Vladimir Sokolov
Estoy esperando en la sala de espera, si, estoy en el hospital donde están operando a Brown. Quiero saber su estado, si saldría de esto y había una posibilidad de que sobreviviera. Había pedido a mis hombres que llamarán a su mujer, ella merecía estar aquí y estar junto a él.
Habían pasado seis horas y aún no salía nadie, me estaba poniendo nervioso, no decían nada sobre su salud.
De pronto escuché unos zapatos golpear con el suelo del hospital, levanté la cabeza y me encontré con Susana Brown, la esposa de Brown. Ella me miró y arrugó su ceño, no esperaba verme.
—Vladimir, hijo. — se acercó a mi y me abrazó, no la veía como antes, estaba más demacrada y delgada. —¿Cómo estás?
—Hola, señora Brown. — saludé. —Estoy bien, gracias. ¿Usted qué tal?
—Bueno, digamos que bien. — sonrió forzadamente. —Las desgracias nos persigue.
—Lo siento mucho. — ella me cogió de la mano y negó.
—¿Cómo está mi marido? ¿Te han dicho algo?
—No, lo están operando, no han salido a decir nad