Sarah Brown
Habíamos llegado a Escocia, mi corazón revoloteaba en mi pecho de alegría y felicidad. Iba a ver a mis padres, iba abrazarles. Necesitaba verles, deseo contarles tantas cosas, me han hecho tanta falta. Deseo contarles que tengo pareja, que me hace feliz, que es bueno, que me cuida. Deseo contarles muchísimas cosas y sobretodo sobre Vlad.
Vlad aprieta mi mano acariciándola, le miró y él me sonríe.
—¿Estás feliz? — me pregunta y asiento. —Ellos se llevarán una gran sorpresa.
—Si, no se lo esperan. Pero deseo abrazarles y estar con ellos. — respondí. —Pero no quiero que tú te vayas de mi vida.
—Prometi no hacerlo y lo cumpliré, pequeña. — me besó. —¿Cómo vas con tu corazón?
—Mi corazón está feliz. — aclaré acariciando su mejilla. —Esta contento, alegre. No te preocupes.
—Sabes que lo hago.
—Lo sé, pero ahora Puedes estar tranquilo, porque está fenomenal.
Aún creo que es un sueño, aún no me creo que Vlad me haya dejado libre.
Observo Escocia por la ventanilla, flotando mis