El silencio de la casa se había vuelto insoportable. Elena caminaba descalza por el pasillo, con la sensación de que cada tabla del suelo podría delatar su presencia. Adrián había salido temprano esa mañana, dejando tras de sí el aroma de su colonia y una promesa de regresar antes del anochecer. "Asuntos de negocios", había dicho con aquella sonrisa que ya no sabía interpretar.

La duda se había instalado en su mente como un parásito desde que encontró aquella fotografía de Anna. La mujer que, según todos, había desaparecido misteriosamente antes de que ella entrara en la vida de Adrián. La mujer cuyo rostro, por alguna razón que no lograba comprender, le resultaba dolorosamente familiar.

Elena se detuvo frente al despacho de Adrián. La puerta, siempre cerrada con llave, hoy estaba entreabierta. Un descuido inusual en un hombre tan meticuloso. Su corazón se aceleró mientras empujaba suavemente la madera pulida.

—Solo necesito saber —susurró para sí misma, como si buscara justificar lo