YUSUF Y NADIA

DÍAS DESPUÉS
CLARA
Sus pequeños y frágiles cuerpos duermen tranquilamente en las urnas transparentes que les brindan el calor que necesitan. Son tan diminutos, tan vulnerables, con sus pieles todavía rosadas y delgadas como papel. Los observo respirar con dificultad, sus pechos subiendo y bajando lentamente, sin percatarse del caos que se desata a su alrededor. Ignoran que nuestra familia se está desmoronando y que el mundo se nos vino encima y pretende tragarnos de un solo bocado.
Cada movimiento me duele, la herida en mi vientre late con fuerza, recordandome lo fragil que estoy físicamente. Pero el dolor físico es como una brisa comparado con el tormento que me consume el alma. No me he movido de aquí ni un solo segundo desde que los colocaron en estas incubadoras. Yusuf y Nadia me necesitan. Todavía no he podido cargarlos en mis brazos, todavía no he sentido el calor de sus cuerpos contra el mío.Continuan alimentandolos con jeringas, con la leche que he podido extra