Elise
La ciudad era bastante bonita y, siendo honesta, me gustaba más que Tokio. Tal vez porque me parecía más pintoresca o porque simplemente me sentía fuera del radar de Iria Sangster. Si ella sabía que estaba en Tokio, posiblemente, al sentirse traicionada, ya se lo habría dicho a Andrei.
Alessio no dejaba de estar atento a mí en todo momento. Aunque eso no disminuía mi sufrimiento, agradecía su compañía y que él no se rindiera a su dolor. Nuestros hermanos merecían que nos esforzáramos, que saliéramos adelante y lográramos lo que ellos querían para nosotros.
El departamento al que llegamos, era hermoso y muy amplio. Los dos sofás eran largos y había un escritorio con dos sillas frente a la ventana que daba a la calle. Todo el espacio era de concepto abierto, pero no parecido al departamento en Chicago, que se caracterizaba más por sus tonos grises y negros.
Aquí solo había colores cálidos, incluso los grises.
—¿Te gusta? —preguntó Alessio al ver que mi hijo corría hacia uno d