Jordan se quedó paralizado ante la actitud de Zaid. Aunque lo había apuñalado, no le había hecho ni el más mínimo daño, ni físico, ni psicológico. Más bien, Zaid se burlaba de ella en su propia cara. Él tenía el control de la situación, y Jordan odiaba darse cuenta de eso.
Zaid le sujetó la muñeca con una facilidad insultante y, sin apartar la mirada de su rostro, extrajo la hoja con la propia mano de Jordan que seguía sosteniendo el mango del cuchillo. El sonido húmedo del metal deslizándose fuera de la carne fue suficiente para que a Jordan se le revolviera el estómago otra vez. Zaid tomó el cuchillo de la mano de la chica y lo tiró al suelo.
Entonces, sin previo aviso, Zaid levantó la misma mano y le cruzó el rostro con una bofetada brutal. La cabeza de Jordan se ladeó con el impacto y un ardor abrasador se extendió desde su mejilla hasta su mandíbula.
—Deja de jugar, Isabella —articuló con frialdad.
Atrapándola del cuello de su camisa, Zaid la obligó a acercarse a él. Sus labios se