C79: Quiero saber quién es ese hombre, y cuando lo sepa… ¡se las va a ver conmigo!
La organización de Reinhardt no se dedicaba a secues-trar mujeres, ni hombres, para los espectáculos en el cabaret. Todas las bailarinas y bailarines estaban allí por su propia voluntad, sabiendo que no había forma de salir a menos que hayan muerto. Reinhardt no estaba involucrado en la trata de personas, y tampoco estaba interesado en ponerlo en práctica alguna vez. Ya ganaba demasiado dinero con el contrabando de licor, la extorsión y préstamo de dinero que luego cobraba con intereses. Además, tenía varios cabarets, pues El Paraíso no era el único. Tenía muchos distribuidos por el país y que, por supuesto, estaban ocultos, y cada uno tenía a un encargado que debía pasar un informe detallado al Jefe cada semana. Si uno de ellos no cumplía con su responsabilidad, o Reinhardt notaba que había errores, lo liquidaba y conseguía a otro que lo reemplazara.
Reinhardt no era de confiar, pero no tenía opción en circunstancias como esa. No podía dividirse y hacerse cargo por sí mismo de todos