C233: Fue mi culpa.
Reinhardt escupió el nombre como veneno, y su expresión lo dijo todo. Reinhardt no necesitó demasiadas conjeturas. Al principio no tenía idea de quién pudo haber osado destruir su cabaret, pero cuando vio que se llevaban a Jordan, entendió que solo había una persona que estaba tan desesperado por dar con ella.
Zaid. Solo él podía haberlo hecho, solo él tenía la obsesión, la enfermedad necesaria como para tramar un acto tan bajo. Reinhardt no tenía pruebas aún, pero la certeza ardía en sus entrañas como fuego.
—Y puede que tengas razón —replicó Charlie—, pero necesitas algo más que intuición. Tienes a ese hombre —dijo, refiriéndose al atacante que habían rescatado—. Está malherido, no sé cuánto va a resistir, pero si logras hacerle hablar, quizás tengas la confirmación que necesitas.
Reinhardt asintió lentamente, respirando con dificultad. No podía perder más tiempo, pero tampoco podía lanzarse a ciegas. Y ese hombre, ese único bastardo que había sobrevivido, era su única luz en medio