C234: Quiero escucharte llorar.
Reinhardt no tenía más opción que esperar. Aún era demasiado arriesgado salir a la superficie. El caos todavía humeaba en las calles tras el atentado, y, además, el único de los atacantes que había sobrevivido a la emboscada aún no había recobrado el conocimiento.
Charlie le informó sobre la condición del sujeto: aquel hombre no había llegado a ese cabaret con intención de salir con vida. Se trataba de alguien que ya había asumido su muerte antes de siquiera cruzar la puerta, al igual que los demás. Torturarlo sería inútil, insistió Charlie. Esa clase de hombres se quiebran solo si tienen una razón para vivir, y aquel no parecía tener ninguna.
Reinhardt, sin embargo, estaba cegado por la rabia. La sangre le hervía en las venas cada vez que pensaba en lo ocurrido, en todo lo que había perdido y en lo que Jordan podía estar sufriendo. Lo único que quería era arrancarle la verdad a ese maldito a gritos, a golpes, a lo que hiciera falta. Pero Charlie fue claro.
—No servirá, Reinhardt —dij