C207: Deseo insaciable.
Jordan sintió un ardor extendiéndose por sus caderas, como si cada embestida de Reinhardt encendiera su piel. Al principio, el dolor era punzante, pero poco a poco, ese filo áspero comenzó a mezclarse con el placer, a confundirse en un solo latido caliente que vibraba en su interior. Era un dolor que se volvía dulce, adictivo. Su cuerpo empezaba a adaptarse, a rendirse, a abrirse a él como si siempre hubiese estado destinado a hacerlo.
Reinhardt no dejaba de moverse. Iba más rápido, más profundo, más decidido, como si cada embestida reclamara lo que por tanto tiempo había reprimido. Sus manos eran una extensión del deseo: no dejaban de recorrerla, de apretar y de acariciarla. La miraba con los ojos entrecerrados por el placer, contemplándola por completo —el cuerpo, el rostro, la manera en que lo recibía, los gemidos que escapaban sin filtro de su garganta—, y cada detalle lo encendía más.
El sonido de sus cuerpos encontrándose llenaba el espacio húmedo e íntimo. Reinhardt soltó un gr