Despierto con un fuerte dolor en mi pierna y un mareo que me provoca náuseas. Al abrir los ojos, me doy cuenta de que esta no es la habitación del ruso.
-¿Dónde estoy? - Cuando me voy a levantar, siento un dolor punzante en mi pierna que me hace volver a recostarme. - Qué m****a... - Veo mi pierna vendada con un poco de sangre y justo ahí se me vienen las imágenes de todo lo ocurrido. - ¡Luciano... hijo de puta!
Como puedo, me levanto y camino hasta la puerta, pero está cerrada. Comienzo a golpearla con fuerza.
-¡ÁBREME, HIJO DE PUTA! ¡ERES UN MALDITO LUCIANO! - Una punzada más fuerte me hace caer al suelo y justo en ese momento se abre la puerta, dejando ver a un Luciano con cara de preocupación.
-Tú no debes estar parada. - Cuando trata de tocarme, me alejo rápidamente, pero esa punzada vuelve - Déjame ayudarte. - Como siento tanto dolor, dejo que lo haga y este me deposita en la cama con cuidado.
-¡¿Cómo pudiste dispararme?! Eres un maldito.
-Tú me disparaste primero. Yo solo te roc