Mentir no es una opción

Giovanni la tomó por los hombros y la obligó a girarse y a apoyarse en su pecho nuevamente.

— Yo te voy a ayudar… solo un poco — le susurró el rubio cerca del oído y olfateó el fresco aroma de su sedosa cabellera, aquella que emanaba aquel olor de ella, su olor intimo que despertaba cada uno de sus instintos y lo hacía babear, aquel aroma que le gritaba a cada poro de su piel que ella era su compañera. En esa ocasión la traía sujeta dejando ver su delicado cuello femenino, en realidad, lucia francamente demasiado hermosa con ese atuendo, Benedicto tenía razón, Regina parecía una muñeca, una frágil muñeca que fácilmente se podía romper debajo de él, lentamente, bajó sus manos por los delgados brazos femeninos.

La joven cerró los ojos y se avergonzó cuando su piel se erizó.

— Giovanni… aquí alguien podría…— su voz fue débil, y optó por suplicar.

— Los cristales están polarizados y el reflejo de los árboles en el parabrisas no le permitirá ver a nadie para adentro…no dejaría que nadi
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