Giovanni la soltó y se la llevó de la mano.
—Espera Giovanni— pidió mientras era obligada a seguirlo.
Los molestos y largos pasos del ojiazul no se detenían.
—Espera. ¿qué significó eso? ¡explícame qué demonios hiciste! — exigió saber al tironearse antes de terminar de salir de ese angosto y obscuro corredor.
Él se volteó furioso y frustrado con él mismo.
— Demostrarle que eres mía, porque eso eres Regina, y no dejaré que otro imbécil piense lo contrario — dijo al golpear la pared y aprisionarla contra ésta y su propio cuerpo.
Regina empequeñeció y ni siquiera tuvo tiempo de asustarse, su corazón golpeó con fuerza al escuchar tales palabras y la seguridad en su afirmación, segundos después frunció el ceño y pestañeó un par de veces.
—¿Qué? — preguntó casi sin voz, sus ojos se abrieron con sorpresa al entenderlo —y-yo…y-yo creí que… que después de lo que…
—¿Qué? — Giovanni la interrumpió molesto y se acercó a su rostro —¿Qué habíamos terminado? — volvió a cuestionar y su molestia se re