Regina se talló la cara cuando el sueño amenazó con vencerla, había dormido realmente poco la noche anterior a causa de cierto rubio ojiazul – Creo que es hora de partir— mencionó observando que eran de las pocas personas presentes en el lugar.
Jane suspiró cansadamente y recargó sin ganas su cuerpo en la silla -. Supongo que tienes razón— mencionó sin mucho ánimo – ¿Quién era el conductor designado?
—¿Eh? – mencionó Anthony y detuvo el movimiento de su mano que llevaba la última cerveza a sus labios.
Giancarlo rodó los ojos – Iremos en mi auto— indico al ponerse de pie y dirigirse a la barra a pedir la cuenta.
Anthony se levantó e intentó replicar, pero la mirada de advertencia de Jane lo abstuvo de hacerlo.
El grupo salió entre charlas del bar entrada la madrugada todavía con los últimos ánimos encendidos, y se dirigieron al estacionamiento del camellón donde se localizaban los autos.
Giancarlo llegó a su coche y desactivó los seguros, en un segundo Anthony, Jane e incluso Erick, qu