—Regina va a matarte — Le aclaró la castaña.
—Ah, déjala, Tiene mejores cosas que estas — Replicó la pelicorta al tirar una bolsa a uno de los cestos de basura alejados de las habitaciones.
—Eres una pesada, esos son sus gustos — Volvió a decir la castaña al cruzar sus brazos y voltear a ver a su exuberante amiga.
Alma la ignoró, volteó su rostro y se extrañó de ver a cierto pelinegro que se olvidó de replicar.
—Oye — Mencionó débilmente.
—¿Qué? – Cuestionó curiosa la castaña al dejar en el olvido la próxima molestia de Regina.
—¿Qué hará solo ahí Giancarlo? – Preguntó al ver al rubio sentado en una de las bancas cercanas a una pequeña fuente en medio de las áreas verdes, y con su móvil en las manos, o eso les pareció.
Jane lo vio con curiosidad al reconocerlo — No tengo idea, pero es extraño – respondió.
Alma torció los labios molesta — Bien, vayámonos, después de todo ¿a quién le importa? – dijo.
—Tal vez espere a Fiama— se dijo la castaña al seguir a su amiga de regreso a la habita