50 Soy su padre.

Dima había retomado su trabajo solo una semana después de su hospitalización, a nadie le extraño que orbitara durante todo el día a Vladimir y Dasha, para todos era normal su comportamiento, pero Dasha sabía que algo había cambiado en el custodio, la forma en la que la veía, le hacía calentar el corazón, era como si la llenara de paz.

— Es la cuarta vez que suspiras en menos de dos horas, ¿te encuentras bien? — la pelinegra le sonrió y como acto reflejo Dima hizo lo mismo.

— Quiero matar a Lukyan, pero sería firmar mi sentencia de muerte, ¿verdad? — indago con fingida inocencia mientras tomaba el té y disfrutaba del amplio jardín.

— Así es, pero si te sirve de consuelo, él la pasa aún peor. — rebatió con molestia, por el estúpido comportamiento del rubio, aun así, le fue hone

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