Cinco años después había llegado el gran día…
En el salón de eventos, las sillas estaban alineadas, los birretes brillaban esperando ser entregados, y los nombres resonaban uno a uno, hasta llegar al que había estado esperando.
—Verónica Muñoz —se anunció por el micrófono—. Graduada con honores. Facultad de Medicina.
Los aplausos retumbaron en la sala. No solo eran aplausos de su familia sino que se había ganado también el respeto y admiración de muchos de sus compañeros y profesores.
Verónica caminó hacia el estrado con la cabeza en alto y los ojos brillosos por las emociones. El título la conmovió enormemente, pero no más que el camino recorrido en esos años. Porque no fueron fáciles, nada había sido fácil. Cada paso que había dado la alejaba un poco más de esa mujer rota que una vez había sido, acercándola definitivamente a quien era ahora: doctora, madre, esposa… una vencedora que demostró no solo una vez, sino dos veces que el vicio no podría con ella, que era más fuerte que é