Capítulo 103

Las palabras que escupió Javier, mirándolo desde arriba, con los ojos inyectados en sangre, le parecieron un completo chiste.

Enzo lo miró directamente a los ojos, con una sonrisa burlona tirando de sus labios.

—Tú tampoco tienes idea de lo que soy capaz. Tanto me temes que tienes que amarrarme a una maldita silla para que no te despedace esa cara de imbécil que tienes —disfrutó de cada palabra viendo cómo se le desfiguraba el rostro a Javier por el enojo—. La verdad es que no eres más que un cobarde, Javier. Uno muy vulgar, si me preguntas.

Cómo lo esperaba, Javier no resistió y comenzó a golpearlo. Puñetazos torpes, rápidos, desesperados. Puñetazos de niña.

—¿Eso es todo lo que tienes? —sonrió con sus dientes manchados de sangre—. Pegas como una niña de colegio… borracha.

—¡Malnacido! —bramó el mayor, completamente descontrolado.

Sus puños cayeron una y otra vez sobre su rostro y abdomen. Luego dio un paso atrás y gritó:

—¡Levanten a este hijo de perra!

Dos hombres obedecieron al in
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