Capítulo 098

El apartamento de Rodrigo era amplio, ordenado y sobrio. Muy masculino. Todo estaba en su lugar, sin un solo adorno de más, con muebles de líneas rectas y colores oscuros. Ni una planta, ni una fotografía.

Era el hogar de un hombre solo.

—Puedes quedarte el tiempo que necesites —dijo finalmente, mientras cerraba la puerta—. No tienes que darme explicaciones. Ni mucho menos serás una molestia, puedes estar segura de eso.

—Gracias —respondió Verónica, en voz baja.

Ambos se quedaron en medio de la sala sin saber bien qué hacer. Ninguno de los dos parecía bueno con las palabras.

—La habitación del fondo está lista —carraspeó el hombre y señaló un pasillo—. Tiene baño propio. Si necesitas toallas limpias, están en el armario del pasillo. Puedo calentar algo de comer si tienes hambre.

Verónica dudó. No sabía si debía aceptar más hospitalidad de la necesaria, pero la verdad era que no había probado bocado desde la mañana. Supuso que lo haría en casa de su madre, pero eso había sido muy ilus
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