Era impensable que pudiera conocer sus secretos. De pronto, Laura exclamó: — ¡Cariño, ya terminaste de bañarte! Bien, ¡enseguida voy! — y colgó el teléfono abruptamente. Jenny sostenía su móvil, temblando de rabia, convencida de que Laura, esa maldita mujer, estaba otra vez seduciendo a Miguel. No podía permitir que Laura triunfara.
Sin pensarlo dos veces, marcó rápidamente el número de Miguel. El teléfono sonó durante mucho tiempo sin que nadie respondiera. Jenny respiró profundamente, preguntándose con angustia si ya habría comenzado algo entre ellos. Estaba decidida a que Laura no durmiera con él. Volvió a marcar desesperadamente.
Justo cuando parecía que colgarían, escuchó la voz grave y seductora del hombre: — ¿Qué sucede? — Su tono era tan hipnótico que Jenny se quedó momentáneamente aturdida. Pensó que si él la llamara así en la cama, estaría dispuesta a morir en sus brazos. Miguel repitió con irritación: — ¿Qué sucede? — como molesto por la interrupción.
— Miguel, quiero verte