Durante el desayuno, Anatoly expresó con voz solemne, dirigiéndose a Anya.
—Quiero que se sientan como en su hogar aquí, en la mansión Petrov, después de todo, algún día todo esto —hizo un amplio gesto abarcando el enorme comedor— le pertenecerá a mi bisnieto Yuri.
Anya lo observó sorprendida, atónita ante semejante declaración, Alexei sonrió y posó una mano sobre la de ella con delicadeza.
—El abuelo tiene razón —declaró con firmeza— esta también es tu casa ahora, Anya, y Yuri también será mi heredero, ustedes son mi familia.
Ella contuvo un leve estremecimiento ante su toque y el significado implícito de sus palabras, carraspeó levemente antes de responder.
—Gracias a ambos, de verdad, pero no es necesario que...
—Tonterías —la interrumpió Anatoly con un ademán despectivo— por supuesto que es necesario, muchacha, aquí estarán seguros y protegidos de ese... malnacido.
Anya asintió lentamente, conmovida por el gesto, Alexei se removió en su asiento antes de agregar.
—Por cierto, Any