Chris.
El viento golpeaba mi cabello con fuerza, el reloj casi marcaba las nueve de la noche, hora en que el temporizador de los C4 llegaría a cero.
Estaba afuera de la furgoneta, ya que necesitaba comprobar con mis propios ojos que la mansión Rosset dejara de existir.
Metí una mano en mi bolsillo y visualicé la estructura a lo lejos. La explosión sucedió en varias áreas, formando una gran nube de colores naranjas y negro por encima. El sonido no llegó hasta nosotros al instante, sino después.
El aire chocó contra mi cara y tuve que cerrar los ojos por la fuerza, al abrirlos, la mansión se había hecho pedazos y solo quedaba la gran nube de humo gris adornando gran parte del cielo.
—Misión cumplida —comentó Lilia, llegando a mi lado—. ¿Cómo te sientes?
—Excitado.
Me golpeó el hombro y la miré de reojo con una sonrisa burlona.
—Eres un vulgar, Chris.
—Sabes que solo me comporto así contigo —La jalé del brazo para atraerla a mi cuerpo—. ¿Te gustaría disfrutar de un romántico bes