Chris.
—¡¿Por qué Lucían está llorando?! —exclamé, reprochando a la niñera que lo cargaba.
Estuve unos días lejos de la mansión y le pedí a una de las sirvientas que ayudara a Lilia con los niños. Ambos tenían un año y medio, se portaban terrible.
—¡L-la señorita Lilia ya no puede más! —se excusó—. Creo que se desmayó en el baño...
Me horroricé. Mi boca se abrió en una ligera "o" y caminé directo al baño de nuestra habitación. Estaba cerrado con llave, y del otro lado se escuchaban las carcajadas de Orión.
Tener gemelos no había sido nada fácil, ambos solían llorar al mismo tiempo, e incluso cagar a la vez. Estaba preocupado por haber dejado varios días a Lilia con ellos, sabiendo lo terribles que eran esos dos.
—¿Lilia? ¿Puedes escucharme? Soy yo, Chris.
—¡Chris! —chilló, del otro lado.
Abrió la puerta y lo que vi me dejó pasmado. El cabello de Lilia tenía hasta un chicle pegado en un costado, y su ropa estaba toda sucia, las ojeras bajo sus ojos se marcaban.
—¿Cariño? —Me ag