Damián
—¿Qué tú hiciste qué?
—Lo que escuchaste, la besé y fue mejor de lo que imaginé toda mi vida —decía mi beta con expresión soñadora. La maldición era contundente, pero algo de lo que yo no estaba seguro era si incluía ser un perdido enamorado. Eso era lo que mi amigo siempre había sido, pero ahora estaba mucho peor. ¿Loco por Eva? Era el colmo. La vampira era admirable, pero no la imaginaba enamorada de nadie.
—Octavio...
—Sé lo que me vas a decir y sé lo que me espera, pero algo dentro de mí simplemente no lo puedo evitar.
—¿Crees que ella es tu mate?
—Mi lobo no sabe decir. Él esperaba una loba, yo también. Es decir, el olor de Eva es fantástico, pero...
—No es loba, y hemos visto uniones raras, pero Ágata dice que siempre predomina el lado humano y los vampiros no lo tienen —comenté, y su expresión de dolor me rompió el corazón. Sabía que, en el pasado, su familia, algunos habían sido mujeriegos, su corazón rompiéndose una y otra vez hasta quedar destrozado. Pero mi beta era