Damián

—Y dime, Damián, ¿Cómo te preparas para los retos? Me han dicho que son terribles, y que cualquier alfa podría echarse para atrás y nadie se sorprendería. Desde mi punto de vista, también es saber quién está destinado para esto... y no todos lo están. Sombras de la Noche tiene décadas de cultura, demostrando que es una manada superior— indicó mi padre, como si pensara que yo me iba a retirar de esto.

—Lo sé, padre —respondí. Quería decirle que no había sido gracias a él, sino al trabajo de mi tío, y que debía estarse revolcando en la tumba luego de ver lo que le ha hecho a su querida manada.

—Alfa —corrigió, y Ricardo sonrió.

—¿Cómo dices?

—Alfa. Así es como debes llamarme. No quiero que el resto tenga ideas raras. Debes llamarme alfa, pues es lo que soy —respondió mi padre. No es que soliéramos hablar, ni ponernos al día de nuestras vidas, pero me parecía que estaba cada vez más cruel. O quizás simplemente me odiaba tanto que quería dejármelo saber a cada momento.

—Alfa —dije,