Un fuerte golpe la arrebato por completo de cada uno de sus pensamientos, su trasero dolía al igual que su hombro, había chocado con alguien por caminar tan distraídamente.

— Lo siento, no me fije por donde venia, siento mucho esto, permítame compensarle — dijo Juliette sintiendo el aroma del café y mirando un vaso acartonado derramado en el suelo.

Levantando su mirada, pudo ver a un hombre joven demasiado apuesto, solo unos cuantos años mayor a ella, que se limpiaba la camisa y el costoso y elegante saco, no tenía la finta de ser un ciudadano común, su traje era de diseñador, y su porte, demasiado recto y pulcro, con demasiada clase, sus ojos eran bonitos, casi idénticos en color a los suyos, su piel era blanca, muy blanca, y su cabello, era negro, con un par de flanjas de canas a los costados, pero estas no parecían ser por vejes, porque no lucia para nada como un hombre de los años de Fernand, eran más bien, como lunares de nacimiento, muy apuesto, muy misterioso.

— No se preocupe