Capítulo 97.1 -Ery Avery en Escena Parte 20 1/3

~Acto I- En sus desagradables Zapatos.

Nuevamente un extraño escenario que nunca antes había visto, aparece frente a mí en la oscuridad.

El lugar se ilumina y se convierte en el paisaje con un gran edificio que se parece a la casa de la manada.

—Vas a ir, es mi decisión definitiva.

Dice alguien idéntico a mi abuelo. La nostalgia de verlo ahí frente a mí, vivo, me provoca ganas de abrazarlo sin embargo mis brazos no se mueven por más que lo intento.

—No. Ese programa de becarios fue cosa tuya seguramente para evadir impuestos, tengo asuntos mucho más importantes por atender que perder mi tiempo en eventos de caridad.

—Si le llamas importante a buscar con quién te vas a acostar, entonces puedes olvidarte de seguir insistiendo que te deje el título "en jefe" junto a tu puesto como editor.

Editor...

—Abu, eso es un golpe bajo.

—No, Eren. Bajeza es lo que tú haces, viviendo como un soltero sin compromiso hacia la vida y como un maldito lobo estepario. Fingiendo que gozas de la gran vida cuando estás vacío por dentro.

Si, definitivamente es mi abuelo con otra ropa ¡Su forma de hablar es idéntica! Por lo que ha dicho debo deducir que nuevamente estoy viviendo en mis sueños algún recuerdo de mi rival.

Maldición, no quiero saber más de la relación que tiene mi pareja con este bastardo.

—De acuerdo. Iré a tu tonto evento de caridad. Solo recuerda, yo no diré nada ni haré nada. Seré como una sombra o un fantasma.

—Bien. Pero tienes prohibido hacer mala cara a esas personas. Si lo arruinas, te pasaré al departamento de imprenta para que realmente vivas lejos de cualquier ser humano como tanto deseas.

Puedo sentir la molestia de mi rival de algún modo. El estar en su cuerpo es como aquella vez cuando quería salvar a Cady del intruso que atentaba contra su vida, detesté esa convivencia forzosa. Esto es mucho peor, lo más detestable de todo esto es lo mucho que me recuerda a mí mismo y la forma en que me dirigí a mi abuelo la última vez que lo vi...

La forma en que ese tal Ermenwulf y mi rival Eren Eardwulf discuten es como ver pasar mi propia vida solo que con otro contexto y por supuesto, otro cuerpo.

Al final él acepta de mala gana y espera a que ese hombre mayor se retire para desquitar su ira.

Mi rival no es un hombre que exprese su molestia frente a los demás, no, él sabe manipular con una sonrisa helada y fingir que tiene el control. Como si trajera una ráfaga de viento que le lleve hasta su habitación,se apresura entre las escaleras y no es hasta que cierra la puerta que su máscara cae mostrando un profundo odio en el reflejo del espejo.

¡CRASH!

Mi rival avienta un objeto de vidrio contra la pared.

—Bien, si debo arrastrarme y fingir que soy su perro para obtener lo que quiero. Entonces que así sea. No dejaré que Edward ni ningún otro intruso tome lo que me pertenece.

A diferencia del hombre en el sueño de acónito, está versión de Eardwulf es absurdamente parecida a mí hace unos meses antes de conocer a Cady frente a la fogata esa noche de Abril.

Frío, con una mirada llena de resentimiento y sed de poder.

***

El resto de los días parecen aburridos y monótonos, ese hombre trabaja en un lugar que llaman "editorial" se dedica a salir por las noches a buscar compañía femenina, nunca duerme en la misma cama que ellas después del acto. Su otro pasatiempo es perderse con la oscuridad de la noche esperando a que llegue el amanecer. además de coleccionar figuras de lobos y novelas de licántropos.

Entre esos momentos se encuentra en la librería con un ser que hasta yo considero desagradable, es una versión igual de molesta que mi propio hermanastro Etzel solo que aquí le llaman Edward. Es mucho más fastidioso que el idiota que debo soportar en la manada pues este suele acercarse y llamarle de manera familiar como si fuera alguien cercano. Mi rival solo desea verlo lejos o enviarlo con una estampilla hasta el ártico.

Lo comprendo completamente, en su lugar vería igual a ese entrometido hipócrita como una molestia.

Me fastidia que sea tan parecido a mí en cada maldito aspecto. Solo que yo cambié, después de que la Diosa me entregó como pareja al ser más enigmático y fascinante que tuve la dicha de conocer, realmente cambié.

El día sigue transcurriendo como cualquier otro de su aburridísima vida, eso creí hasta que vi con asombro un gran edificio que no le conocía en su vida común. En cuanto saca un pie del vehículo, un hombre de mediana edad que me recuerda al que estaba en el hospital en el sueño donde vi el cuerpo inerte de una Cady más joven, saluda con entusiasmo al hombre que se parece a mi abuelo. Sin embargo, no es ese hombre el que captó toda mi atención ni mucho menos todos esos hombres sin importancia que parecen querer besarle los pies a mi abuelo, Eardwulf también lo ha notado, entre todos ellos hay una mujer que es imposible de ignorar. Estoy seguro, es ella.

La incomodidad con la que me mira es la misma que cuando la conocí. Quizá más.

No parece agradarle quedarse cerca ni por un minuto. Pensé que sus sentimientos por mi rival eran más del tipo romántico, parece que no hay nada en su mirada salvo temor.

No, me estoy mintiendo.

También hay algo ahí... Es pequeño, casi imperceptible, Pero ahí está y saberlo me quema.

Incluso Eardwulf ha cambiado su actitud. Hacía tan solo unos momentos estaba lleno de rabia pensando en la mejor excusa para irse de ahí hasta que la vio a ella.

Tampoco es como ese Eardwulf que habló conmigo y me dijo lo muy unidos que eran. Ahora lo entiendo, este no es el mismo Eardwulf o quizá sí, solo que en otro tiempo.

Un Eardwulf que aún no sabe lo importante que es esa mujer, MI Cady.

Ambos seguimos sus pasos como si fuéramos atraídos por una fuerza inexplicable. Mi rival se pregunta la razón por la que no puede dejar de mirarla. Luego frunce el ceño y tuerce la boca mientras murmura "En cualquier momento va a vomitar" y mata esas dudas reiterando con su lengua haciendo un chasquido "Tch, más le vale no ensuciar mi traje ni mis zapatos" Es un cretino.

Pero ese cretino por algún motivo es como yo, eso me hace enfadar cada vez más.

Luego ella sube al escenario, sus ropas me parecen adecuadas a ella sin embargo Eardwulf reniega que se vea como una niña pequeña ¡Cady no tiene por qué vestir a tu gusto, imbécil! Después deja de pensar estupideces cuando nota en lo que parece un escenario que se ha reducido desapareciendo todo a su alrededor dejando solo a esos dos como si fueran iluminados en el mismo espacio. Ella se ve asustada, nerviosa su voz tiembla. Aun así tiene el valor para hacerlo, lo intenta con todas sus fuerzas y lee un discurso para dar la bienvenida al nuevo programa de Ermenrich Eardwulf, el abuelo de mi rival. Solo que todo tiene un giro inesperado cuando ella (seguramente en medio de su nerviosismo) dice mal su nombre.

"Ermenwulf" es así como lo llamó. Todos se quedaron en silencio, mi rival es el primero en hacer algo para romper toda esa tensión en el ambiente.

Él, quien es un perfeccionista amargado como lo fui yo, aquel que no tolera los errores ni imperfectos en la vida que tanto se ha esforzado por mantener, ese mismo hombre se ha levantado de su asiento.

Ella también mira hacia mi lado. No, está mirando a mi rival. Aunque le teme y se le dificulta estar cerca, es inconfundible su actuar. Un poco parecida a la Cady que he logrado conocer estos meses de poco a poco. Una pequeña sonrisa, rubor en sus mejillas y esa costumbre de darle vueltas con el dedo a un mechón de su cabello.

Él, mi rival, también cambia un poco con ese momento.

Ambos ahí en su propio mundo mientras solo puedo observarlos con impotencia desde los ojos de este hombre al que tanto detesto.

Después de eso mi rival dice algo que hasta yo considero estúpido y una completa falta de respeto, la llama mediocre y aunque no sé que significa “becaria” es obvio el sentido despectivo. Después se aleja dejando a mi Cady con la boca torcida, posiblemente molesta.

Después de subir al llamado automóvil de su abuelo, mi rival cierra la puerta. Es largo el silencio de regreso a casa.

—Entonces ¿Cuándo será el siguiente evento, Señor Ermenwulf?

Ermenrich abre los ojos como búho, sorprendido con la boca abierta, voltea a ver a su nieto.

— ¿Cómo me llamaste?

Mi rival se encoge de hombros como si no fuera la gran cosa.

—Ya que se tomó las molestias esa becaria en elegirte un nuevo nombre, pensé en que no es tan malo, deberíamos aprovecharlo. El nombre que te puso tu protegida.

Parece un comentario sarcástico y una burla hacia la mujer que cometió un error frente a todos. Pero yo sé mejor que nadie lo que hay detrás de esas palabras. Las intenciones tramposas de ese ser que no acepta que un ser imperfecto como ella haya removido algo entre esa monotonía sobria cuidadosamente armada se asoman como la sombra del demonio que es.

Entonces mis sospechas se confirman cuando, este hombre que quisiera desconocer, pues es aterradoramente igual a mí, acepta ponerse el trabajo al cuello como supervisor del programa para talentos jóvenes. Él por supuesto, no le ve un carajo de sentido a eso, la caridad y la empatía no son palabras que salgan de su lengua ¿Para qué involucrarse en un proyecto que ni siquiera considera bueno? Fácil, ese desgraciado tiene otro objetivo.

Una joven de cabello de un tono castaño medio se encuentra sentada en una banca, hace gestos mientras escribe.

Mi rival se ríe y tose desde lejos. Ni siquiera se percata de que sus actos podrían ser tomados como los de un acosador, sigue ahí escondido detrás de los árboles. Tiene deseos de volver a fumar pero lo ha dejado, culpa a la mujer por ello. Yo también dejé de fumar por ella.

Ignoro completamente sus pensamientos egoístas y absurdos, Cady estornuda haciendo que ambos nos estremezcamos. Parece que habla sola, es gracioso lo que hace, podría disfrutar de esa vista por siempre. Esa mujer me cautiva y agradecería el poder verla desde otra luz si no fuera que lo hago desde los ojos de aquel que quiere lo mismo que yo.

—Cadence Beckham.

Decimos ambos sin tener el valor de acercarnos ni tampoco la voluntad de apartarnos.

La mujer continúa escribiendo y acomoda su cabello con gracia detrás de su oreja. Luego voltea hacia mí y siento que todo a mí alrededor se detiene.

Ya no estoy seguro si esto que siento es completamente mío o si es algo que experimento desde los huesos de ese hombre que se atreve a codiciar lo que es mío. Pero ahora comprendo más la razón por la que ella me llamó como a él.

***

Veo pasar varios días más, su rutina diaria no parece tan aburrida cuando esa Cady llega por la puerta de su oficina o los jueves cuando mi rival hace su “deber” supervisando el programa de talento joven. De vez en cuando va al cementerio y lleva flores para su madre, Galia Eardwulf. Ese hombre es un tramposo. De nuevo hay una intención oculta en esas visitas.

Sus expectativas son que ella de ese primer paso, la mujer apenas puede prestar atención a su entorno así que nada le sale a él como desea. Por las flores que lleva Cady apenas podría llamarse un ramo de flores decente, se nota su vida austera llena de carencias y soledad. Cada vez se le ve más delgada y la mirada brillante que antes rebozaba de energía se ha ido apagando lentamente.

Ese hombre, si tan solo dejara su orgullo a un lado, podría notar que mi pareja no está bien. Su atención está en Cady pero no en lo que hace sino en el vestido que lleva puesto, Eardwulf lo considera feo. Llega a preguntarse más de una vez si sería prudente regalarle un cambio de ropa pues es evidente que siempre necesita dinero. Eso último lo dice con desdén. A veces al estar cerca de una tienda ve algunos vestidos que se tienta a comprar para luego arrepentirse a último minuto. Todos ellos son ropa que considera que la hará ver más madura y menos como una joven menor que él. 

Pero esa ropa no importa nada si se le compara con lo que sucede justo frente a ese bobo.

—Me volvió a llamar por tu nombre. Por favor… No te la lleves.

La voz de Cady tiembla al igual que sus manos sobre la lápida. Eardwulf ni siquiera ha notado eso, en su lugar tiene los ojos puestos en la suela desgastada de sus zapatos.

Detesta el vestido de "margaritas" en especial la combinación con los zapatos de piso. Unos zapatos que se notan viejos como el tiempo y los cuales han caminado por grandes batallas.

Si bien me desagrada que sea tan superficial le doy la razón en su preocupación a medias Pero… ¡No es el momento de preocuparse por una pequeñez como el desgaste de su ropa! ¡¿Acaso eres ciego?! ¡Mira bien! ¡Está destrozada por dentro!

Yo conozco la razón por la que ese vestido es tan importante, mi rival no.

Quisiera salir y golpearlo por la forma en que la juzga, por criticarla sin conocerla.

Solo puedo ser un espectador desde sus ojos y cada vez es más lo que la observa, siempre en silencio sin mover un solo dedo. Después, de nuevo es jueves y una vez más ella se encuentra en la banca, su mirada perdida entre las páginas que ni siquiera ha leído.

A veces se acerca un poco, otras hablan de libros, es en esos momentos cuando Cady parece recuperar un poco la energía y brillo en sus ojos, él la ve comer en lo que llaman cafetería. Cierra el puño cada vez que nota como solo se alimenta con solo un té y magdalenas pues estas van de regalo con el té. Sabe que solo puede costearse lo más barato en el menú y no hace absolutamente nada por cambiarlo. Así pasan más días hasta que finalmente se acomoda frente a ella.

Puedo verla molestarse, ruborizarse e incluso cómo su mirada se va suavizando un poco, solo un poco. Después mi rival abre la boca y la hace enfadar, otra vez.

Pronto esos días se vuelven meses, hasta que buscando su débil silueta, descubre que ella no volverá a sentarse en esa banca jamás.

—Joven Eardwulf ¿O debería decirle “señor” por la forma en que la señorita Beckham lo llama?

Mi rival detesta que lo llamen señor, parece tener un gran complejo con eso. Sin embargo, para él eso no es importante en ese momento ya que busca algo que lleva ausente desde hace días.

— ¿Busca a nuestra Beckham? No sé cómo decirle que... Ella ha pedido la baja de la universidad.

De alguna forma estamos conectados, sé lo que esto representa para Eardwulf y a la vez me llena de enojo que nuevamente la haya juzgado sin preguntarle antes. Porque yo conozco esa razón, no necesito mucho para llegar a la conclusión de lo que ha sucedido. Me basta con solo ver el vacío en sus ojos y esas ojeras marcadas por tanto llorar cuando por fin aparece en su oficina, fue cuando falleció su abuela. Pero a él eso no le da importancia, ni siquiera ha notado su gran sufrimiento interno. Solo piensa en su molestia, en la decepción y en que debe seguir con un programa con el que se comprometió, todo ese tiempo desperdiciado para que ella ya no se encuentre ahí.

***

Anoche, solo para liberar su rabia buscó una mujer y salió con ella, la llevó a un hotel en una habitación de lujo para gozar de esa distracción por horas.

Él no me escuchó por más que le gritara "¡Busca a Cady, deja de hacer esto, imbécil!"  Eardwulf no puede escuchar mi voz como en aquel sueño.

Incluso si la mujer era hermosa, había elegido una que se parecía demasiado a Cady, cada vez que penetraba a la mujer cuyos jadeos le fastidiaban por escandalosa, solo podía perderse en el recuerdo de otra mujer aumentando más su molestia.

Siento su vacío, su enojo, un deje de traición y decepción.

No importa cuánto hizo esa noche, no pudo sentir satisfacción hasta que finalmente se levantó de la cama y se vistió rápidamente.

En todo ese tiempo el idiota llevaba el teléfono en su mano con el nombre de mi pareja asomándose maldiciendo con la luz de su pantalla.

Su intención era llamarla, pero nunca se atrevió.

Lo que no sabe ese imbécil es que todo ese tiempo en algún momento de la noche había presionado el botón de llamada.

Dos horas con treinta y ocho minutos. Fue el tiempo que duró la llamada hasta que finalmente los números dejaron de aumentar. 

Si no estuviera pensando en otra cosa lo habría notado. Acaba de hacer algo que lo alejará de ella hasta el punto de mirarlo con repudio. También la ha herido profundamente.

Es por ello que no me sorprende la mujer que se ha presentado esta mañana, Cadence con ojeras en los ojos y un semblante como muerta en vida lleva una historia sobre un mujeriego asesinado. Incluso pareciera que ahora lleva ropa de luto pues se puso un vestido negro, no vistió la misma ropa que Eardwulf le regaló en el pasado como se pregunta el muy maldito.

Se burla de ella, la cuestiona como si le debiera explicaciones por su traición, cada palabra suya solo sirve para cavar más y hundir a esa mujer bajo tierra hasta que no queda nada más.

El brillo de sus ojos como cuando escribía en la banca de lo que llamaron "universidad" toda esa vida y energías, se habían quemado hasta quedar en cenizas. Esas cenizas podrían estar debajo de sus ojos como las grandes ojeras que se asoman como prueba de que no lo ha pasado bien.

Eardwulf es egoísta, estúpido, no se parece en nada al hipócrita fanfarrón que me habló como si me conociera y tuviera el conocimiento del universo en sus manos.

Mi "rival" solo observa como sale por la puerta y contiene más su enojo en su puño, la historia está en su escritorio, pero nunca se toma el tiempo de leerla. En su lugar la echa sobre un gran cajón y lo cierra con fuerza.

Quisiera salir y decirle lo estúpido que ha sido, quisiera correr y alcanzar a esa mujer a la que se le ha escapado cualquier razón de seguir viviendo con la frente en alto.

Me siento impotente.

Si tan solo pudiera salir o si al menos pudiera tomar posesión del cuerpo de este completo inútil, la tomaría de su muñeca para abrazarla con fuerza.

Pero este no es mi cuerpo y estos recuerdos suyos son eventos del pasado que no puedo cambiar. Solo puedo observar y esperar lo que me mostrará al siguiente día.

Maika Maese

¡Saludos a todos! ¡Ya casi son 900 vistas! Los siguientes dos capítulos son un poco más largos de lo normal, como sabrán los he tenido que dividir por el formato de la plataforma, lo cual es bueno ya que se verían demasiado extensos. La parte 20 de "En escena" del Alfa se divide en tres actos la primera este sueño donde se conecta a los recuerdos del pasado. En cierto modo el parecido de ambos le sirve para reflexionar un poco sobre él mismo así como entender mejor a Cady antes de explotar como desquiciado por llamarlo como a su rival.

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