Capítulo 70.1- Algo por qué agradecerle Parte 1

A mis 22 años, sentí caer el peso del mundo encima. Esto marcó el final de lo que apenas había logrado construir como Cadence Beckham en la vida universitaria.

Fueron tres años, tres años en que solo podía verla en un hospital conectada a una máquina.

Vi como día con día mi abuela se fue marchitando como un ramo de flores en un florero. Lentamente el brillo de sus ojos se fue apagando...

—Abuela.

— ¿Camelia, eres tú?

Para ese punto, desde hacía más de un año, mi abuela ni siquiera recordaba mi nombre.

—Sí, soy yo.

—Tuve un sueño en el que morías. Apenas y lo podía soportar...

Asentí y luego negué con la cabeza.

—Fue un sueño... Mamá.

— ¿Y en dónde está mi nieta?

—Se encuentra en casa de su mejor amiga.

—Eso es bueno. No me agrada ese señor aunque lo hayas escogido como esposo.

Si tan solo supieras abuela... Menos mal que ya no recuerdas más que mi madre...

—Camelia. Debes proteger a Cadenza de ese mal hombre. Promételo.

—Sí, lo prometo.

—Me hubiera encantado ver crecer a mi nieta y vivir hasta que fuera lo suficientemente mayor para casarse ¿te imaginas...? ¡Bisabuela y bisnietos!

—No digas eso. Vivirás muchos años y podrás verlo por ti misma...

Dije aparentando tranquilidad y observando por la ventana para evadir su mirada.

—Sabes que es mentira. Cadenza.

Todo a mí alrededor se detuvo y con gran sorpresa la miré sintiendo un sudor frío desde el cuello hasta la columna de mi espalda.

—Tu madre, Camelia, me visitó anoche. Mira ahí está otra vez...

Volteé esperando ver algo detrás de mí, no había nada. Mi abuela comenzó a alucinar fue lo que pensé.

—Me dijo que no sea mezquina y me despida apropiada...mente...

Mi abuela tosía con fuerza hasta desplomarse en la camilla del hospital.

— ¡¿Abuela?!

Ella sostuvo mi mano como si pudiera tomar algo de fuerza.

—Mi pequeña Cadenza, incluso si no logré verlo en persona, estoy segura que lo haré desde el cielo.

—Abuela...  No digas eso…

—Te casarás un día, te lo aseguro ¿Cómo se llamará mi nieto?

Suspiré resignada, cuando a mi abuela se le metía una idea era imposible contradecir sus ideas. 

— ¿No crees en la posibilidad de que sea una niña?

—No, estoy segura que será un hermoso niño. Lo vi en los sueños que me trajo Camelia.

—Entonces...—trago saliva— Definitivamente le pondré Shawn.

—Shawn "El bendecido por Dios" ¡Qué bonito nombre!

Si mi abuela pudiera vivir dejaría mi androfobia, me casaría de inmediato con el primero que pudiera para cumplir su deseo y le daría un nieto.

Perdí tres años en visitas al hospital. Hubiera usado ese tiempo para conocer un hombre, así ella me habría visto casada y conocería a su tan deseado nieto.

—Pero no te cases con cualquiera, Cadenza.—Dijo como si pudiera leer mi mente en ese momento— Elige a un buen hombre...

De nuevo volvió a toser mientras sostenía su pecho con su mano delgada que ya era más hueso que carne.

— ¡Abuela!

—No tengo más tiempo, Cadenza... Debes ser feliz sin importar qué...

Nuevamente tosió y los médicos del hospital corrieron a atenderla. Cuando todo había pasado me permitieron regresar a visitarla. En cuanto entré, mi abuela ya se había ido para siempre... 

— ¿Eres Camelia?

—Sí, abue... Digo, mamá.

Ese poco tiempo de lucidez en que me llamó Cadenza lo guardaré en mi corazón para siempre. Es mi recuerdo más preciado y sin importar mi condición jamás he olvidarlo, porque si un día olvido a mi abuela será perdiendo la cordura.

Fue la última vez que hablamos. Después de esa visita, mi abuela se negó a comer y tampoco podía beber líquidos.

Intentaron darle suero por intravenosa sin embargo su cuerpo lo rechazaba.

Fue entonces cuando lo supe, ese era el final. Fue una noche infernal llena de agonía en que deseaba con todas mis fuerzas que dejara de sufrir. Que crueldad, sus últimos momentos además de haber quedado sin recordar ni dónde estaba acostada ni quien era yo, continúo teniendo espasmos y sintió un frío que no le podía quitar porque tampoco la podía abrazar.

Cuando finalmente sus latidos se detuvieron y la máquina anunció que se había ido, mis manos estaban heladas. No podía llorar aunque deseaba poder hacerlo, incluso cuando llegaron los médicos mi mente estaba en el limbo.

Hasta que llegó el momento de pagar.

Cuando una persona muere es demasiado caro. Es irónico, la vida entera se paga a cuenta gotas hasta desangrar, sin embargo cuando te llega la hora resulta que no habías dado ni siquiera un tercio de lo que debes.

En esta vida todo cuesta, incluso morir. Si quieres un lugar para tus restos o una despedida digna debes pagar y a nadie le importa si tienes o no para hacerlo.

Así que no solo la había perdido a ella, mi única familia... No tenía nada más en la vida ni tampoco tenía un trabajo que me diera lo suficiente para sustentar lo que vendría por delante.

"No tengo nada"

Fue el momento en que la vida me noqueó y lo poco que había logrado construir cayó sobre mí.

Ni siquiera recuerdo cómo logré regresar al departamento que compartimos Sarah y yo.

—Cady... Ya me enteré. Lo siento tanto.

Sarah me abrazaba sin embargo no podía sentir nada.

“Estoy sola y no me queda nada más en la vida” Era lo que dictaba mi interior.

—Sobre los gastos funerarios, papá dijo que podría...

¡BAM!

— ¡¿Qué clase de nieta sería sí dejó que otros paguen lo que me corresponde a mí?!

Sarah con las lágrimas que yo no puede derramar me miraba extrañada.

—Lo siento, no quería decir eso... Agradezco que quieran apoyarnos. Pero esto es algo que debo resolver yo sola.

“Es mi responsabilidad” eran las palabras que me oprimían en el pecho sin poder decirlas.

—Pero, Cad---

— ¡No me hagan sentir más miserable de lo que soy! ¡Para ustedes puede ser un acto de caridad, para mí es como si me restregaran en la cara que EN TRES AÑOS NO LOGRÉ ABSOLUTAMENTE NADA!

Nuevamente me tapé la boca.

—No, estoy muy agradecida con ustedes… Dejen que por lo menos me haga cargo yo porque es mi batalla no la de ustedes.

Sarah quedó en silencio un momento. Solo observándome, sabía que si me ofrecía otro abrazo la rechazaría de inmediato así que solo me miró hasta que con lágrimas en los ojos me llamó una tonta.

—Ese orgullo tuyo acabará matándote Cady Cad… ¡No, no es orgullo porque ni siquiera eso puedes darte el lujo de tener! —No necesitaba verla para saber que se había enfadado— ¡Eres miserable!

Sarah se levantó de la mesa haciendo ruido con el rechinido de la silla y me dejó sola.

Escuché un gran portazo y luego de un silencio solitario como el infierno, golpee la mesa con los puños.

¡BAM!

Estaba consciente de lo que debía hacer. Primero que nada dejarlo todo, ese trabajo que no me había dado nada y solo me quitó el tiempo que debió ser para mi abuela. 

“Si consigo un trabajo mejor remunerado podré conseguir algo mejor. Es tarde pero se lo debo a mi abuela.” Mis pensamientos eran un tormento hecho un ovillo de estambre a punto de deshacerse con una patada solo para descubrir que siempre estuvo lleno de nudos.

¡Ella quería verme casarme, tener hijos y graduarme!

¡No pude darle nada de eso y ahora más que nunca sé que jamás lo haré! Pero si puedo empezar de nuevo…

Cuando una persona cae en la desesperación puede culparse a sí misma de todo y elegir entre muchas opciones precipitadas e incorrectas.

Tomé la computadora que Sarah me regaló para que escribiera mis historias y siguiera mi sueño absurdo como escritora. Escribí breve y a cada palabra me dolía el corazón y el pecho, logré terminar y vi satisfecha mi carta de renuncia.

Ya había escrito antes una sin embargo, cada año tenía algo más que deseaba añadir.

Además de la renuncia me tomé más tiempo en escribir una carta muy personal para aquel patán que luego no hizo más que echarme en cara que dejé de estudiar. De haber sabido lo que me esperaba en el futuro no habría escrito una despedida para él.

“No estaré para ver su cara cuando lo lea, pero tendré la satisfacción de no quedarme con nada.” Fue lo que pensé observando su fotografía pegada en mi cuaderno.

Si, con la desesperación podemos hacer muchas cosas precipitadas de las que podemos arrepentirnos después. En especial si piensas que es una despedida definitiva.

---

Ery me observa en silencio mientras respiro hondo y continúo con el relato del peor día de mi vida.

—Cuando mi abuela murió sentí que mi vida no tenía más sentido, no podía soportarlo. Aunque pretendiera estar bien frente a los demás, estaba destruida por dentro.

—Eso es horrible, Cadence. —Responde Ery, quien, en algún momento se había sentado frente a la lápida de su madre.

—Sí, pero a diferencia de aquellos que no pueden celebrar un cumpleaños para soportar el dolor— le observo mientras capta mi mensaje y mira avergonzado al suelo— yo pretendí por muchos años, disimulé y me mentí a mí misma hasta el final.

Me siento a su lado y acurruco mi cabeza en su cuello. En la lápida frente a mí puedo vislumbrar un reflejo. Como si pudiera verme a mí misma, Cadence Beckham del pasado me mira entre el mármol silencioso y alargo mi mano como si pudiera alcanzarla.

—Entonces... Decidí renunciar. No tenía para pagar los gastos del hospital ni siquiera para un funeral sencillo... ni que decir de un entierro digno. Me ofrecieron cremar su cuerpo como la alternativa más económica, al menos así podría guardar sus cenizas.

—Debiste llorar hasta el cansancio por eso.

—Ni una sola lágrima. Aunque quisiera hacerlo no podía llorar más, con la pérdida del último familiar cercano en mi vida, se había acabado toda emoción. Andaba como alma en pena.

Aunque, Sarah suele decir que si puedo llorar y soy bastante expresiva… Cuando estoy borracha.

No me enorgullece admitir que solo en ebria podía liberarme y sentirme sincera incluso conmigo misma.

— ¿Y renunciaste? —Pregunta con curiosidad por mi pasado y sacudo la cabeza negando.

—No, al final no pude. De hecho esa vez fue la primera ocasión de muchas en que casi lo hago y tambien la primera vez que lloré frente a alguien en mucho tiempo.,, aunque también fue la última.

—Debió ser demasiado terrible estar sola en ese momento y no tener ningún hombro en qué llorar.

—Si lo tuve. Lloré en el hombro de un hombre.

—Eardwulf. —Dice como si ese nombre le supiera amargo.

Me parece que a él no le agrada mucho que lo mencione.

—Si... Pero no fue el Eardwulf que tú crees.

---

~Hace dos años~

Frente a la puerta del que fue mi jefe (aquel a quien acompañé como asistente sustituta alguna ocasión y con quién tengo una conexión algo “inusual”) abrazo la carta de renuncia contra el pecho. A pesar de estar decidida y no querer mirar atrás no puedo evitar los latidos como golpes de tambor al momento de girar la perilla de su puerta. Estoy vacía por dentro pero, al tratarse de él, mi cuerpo reacciona solo.

Esta vez no tocaré la puerta, porque si toco la puerta y escucho su voz querré huir.

Debo decirle todo y no detendré mis palabras hasta que haya dicho "renuncio" y me haya ido con la frente en alto.

CLANK

Al entrar me encuentro no con Eren Eardwulf sino con una versión suya con más canas y años encima, incluso por un momento me gana la distracción y pienso si se verá así de conservado cuando tenga la edad de ese hombre.

De inmediato sacudo esa idea inútil de mi cabeza.

Por supuesto, no soy tan tonta como para creer que sea él. Le conozco solo de vista, por la primera página que dejó Cadence Dawson, mi yo del pasado de quien perdí numerosos recuerdos. En la fotografía recortada se ven todos los hombres de la familia Eardwulf, por alguna razón los ojos azules de él son demasiado sobresalientes como para olvidarlo. Ni siquiera el señor Ermenrich tiene los ojos de ese azul intenso y profundo como la noche que tienen mi editor y ese señor al que no conozco.

—Oh, perdone. Pensé que era mi editor... Regresaré más tarde.

—Si es algo urgente puedo atenderlo yo.

Oh... Hasta en el tono seco se parecen.

Incluso con toda la tristeza en mi corazón no puedo evitar comparar a padre e hijo. Soy extraña cuando se trata de ser observadora. Quizá sea porque en mis venas soy una escritora y la curiosidad es como el aire que respiro.

Da igual, cuando se trata de esa persona no suelo actuar como yo misma de todos modos.

—No tiene importancia... —Miro a otro lado para evitar compararle y seguir pensando en esa persona.

—No me parece que no la tengas. No si has pasado por esa puerta sin tocar primero sabiendo que mi hijo lo detesta.

—...Vengo a dejar mi renuncia. — Suelto como si me hubiera sacado la verdad con solo ver a través de mí.

Pienso que extenderá su mano y aceptará mi renuncia sin decir nada más. Es lo que él habría hecho si estuviera aquí. El hombre toma el sobre y lee mi nombre soltando un gran suspiro.

— ¿Te ha tratado mal mi hijo?

— ¿Eh?

—Es lo que cuentan todos en la oficina.

—No, para nada... Bueno, si es estricto, me mira como si fuera un fastidio porque siempre termino haciendo algo que le molesta pero no es por eso que… — Paro en seco al descubrir que he hablado de él más de la cuenta ¿Por qué le justifico tanto? ¡Es su padre! ¡sería mejor que se enfade y le jale de las orejas por ser un cretino!

— ¿Entonces qué te pasa, niña? Al menos para saber en qué podemos mejorar con nuestros activos valiosos como lo son las autoras en nuestra editorial.

—.... Ustedes me han tratado bien... en lo que cabe. De hecho estoy muy agradecida con el señor Ermenrich por la oportunidad, su apoyo y la beca universitaria es algo que nunca voy a olvidar...

— ¿Entonces por qué necesitas renunciar?

—....Mi abuela falleció y los ingresos no son suficientes ni para los gastos funerarios en el servicio más barato...

— ¿Necesitas apoyo económico para los gastos? ¿A eso viniste?

— ¡Oh, no me atrevería a pedir tanto! — Digo sacudiendo la cabeza— Por eso voy a renunciar, conseguí un empleo en el casino y...

— ¿En un casino? Dios santo, qué ha estado haciendo mi hijo... —Aunque parece sorprendido su forma de hablar es tranquila y seria como si tuviera una conversación casual con él mismo— ¿no sabes del seguro por deceso?

— ¿....?

—Publicaciones Eardwulf toma muy en cuenta a la familia y las necesidades de los miembros de su empresa. Niña, tienes ese seguro, no necesitas trabajar en lugares dudosos para eso.

— ¿De verdad?

—Vamos, revisemos qué podemos hacer con ello y si puedo aprobar un pequeño préstamo.

—Pero, no quiero ser molestia... ¡además el señor Eardwulf...!

—Niña, soy tesorero aquí, es mi deber ese tipo de temas.

Dieterich Eardwulf es su nombre, no solo me asesoró y me hizo el préstamo inmediato de una parte para pagar esos gastos urgentes, también insistió en pagar por su cuenta más de la mitad. Por supuesto me negué pero insistió hasta que cedí.

Maika Maese

¡Saludos a todos los lectores! Estrenamos nueva portada temporal, esta mejor que la anterior ¿no creen? Ahora se ve más profesional esto (¡Ja,ja,ja!) El capítulo es largo así que se divide en dos partes, siendo el capitulo 71 pero en mis manuscritos vendría siendo apenas el 66, en todo caso probablemente supere los 30-35 capítulos pensados para la segunda temporada aunque si son esa cantidad solo que más extensos en cuanto a palabras. Por eso liberaré hoy todo el capitulo dividido en dos partes. La actualización de esta semana será hoy 3-4 de Junio según el horario y mañana otro capítulo, subiendo hasta el viernes una actualización más.

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