CAPÍTULO 61: EL ARMA DE LA LOBA
El silencio fue lo primero que noté al despertar. No el silencio de la cueva, sino el de mi propia mente. La tormenta de Nera se había calmado, reemplazada por una quietud expectante. La tregua que habíamos forjado la noche anterior había cambiado algo fundamental en mí. Por primera vez, me sentía completa, mis dos mitades —la mujer y la loba— no en conflicto, sino en un tenso y respetuoso equilibrio.
Cuando salí de la cueva, después de asegurarme de que Caelus y Diana dormían plácidamente, encontré a Ashen esperándome en el claro. No necesité decir nada. Él pareció sentir el cambio en mí. Su mirada gris me recorrió, y vi un casi imperceptible asentimiento de su cabeza. La prueba preliminar había terminado.
—La base de todo poder es el control —comenzó, su voz era tan tranquila como el bosque que nos rodeaba—. Has aprendido a controlar tu silencio. Ahora, aprenderás a controlar tu cuerpo.
Esperaba que me pidiera que me transformara, que continuáramos co