La mañana después de mi contraataque, el aire en Hart Tech era diferente. Se podía sentir. Había una corriente de energía renovada, una sensación de propósito que había estado ausente durante las semanas de incertidumbre. La gente caminaba con más prisa, las conversaciones en los pasillos eran sobre proyectos y plazos, no sobre rumores. Había devuelto la dirección a mi equipo, y ellos habían respondido. Por un momento, mientras observaba el flujo de trabajo desde mi oficina, me permití sentir una punzada de victoria. Había recuperado el control. Había trazado una línea en la arena y le había recordado a Xander, y a todos los demás, quién estaba al mando.
Pero la victoria se sentía frágil, como un cristal fino. El silencio de Xander era más ruidoso que cualquier grito. No había respondido a mi jugada. No había aparecido en mi oficina. No había enviado correos amenazantes. Y esa quietud, viniendo de él, era lo que más me inquietaba. Sabía que no se había rendido. Solo estaba recalculand