— ¿Qué tienen en mente? — inquirí al notar la complicidad entre ambos lobos.
— Tengo la idea perfecta — dijo Faelan, y Dorian y yo lo miramos —. Un rumor y una acusación pública. Nada enciende más los ánimos de los guerreros que el orgullo herido y el dinero.
— Continúa — le insté, intrigada.
— Orquestaremos una pelea en los campos de entrenamiento, justo después del último reparto de raciones, cuando hay más gente. — me explicó —. Yo mismo iniciaré una discusión con Theron. —
— ¿Theron? Es leal, pero tiene la mecha muy corta. — repliqué.
— Exactamente — confirmó Dorian esbozando una sonrisa cómplice —. Todo el clan sabe que odia perder apuestas —.
— Lo acusaré en voz alta de haber hecho trampas — continuó Faelan con su explicación —. Su orgullo no le permitirá retroceder. Otros, cómplices nuestros, se unirán a la discusión, formando bandos. Parecerá que una disputa de juego está a punto de convertirse en una batalla campal entre facciones. Será un caos controlado. —
La idea era bril