Las semanas pasaron con una extraña calma. Aquel incidente con Edrik quedó como un recuerdo que a veces regresaba en momentos inoportunos, especialmente cuando lo sorprendía mirándome por más tiempo del necesario o cuando nuestras manos se rozaban por accidente y él no se alejaba. Pero no volví a mencionarlo, ni él tampoco.
Poco a poco me fui llevando mejor con la mayoría de mis hermanastros. No es que fuéramos los mejores amigos, pero al menos estábamos intentando convivir sin arruinarnos los días. En una familia tan superficial, no teníamos por qué cargar con esa fachada en silencio.Esa mañana, el sol entraba filtrado por las cortinas y los pajaritos cantaban afuera de mi ventana. Me incorporé lentamente, envuelta en una paz que no recordaba haber sentido desde hacía mucho.Ese día no había clases, así que pude darme el lujo de quedarme un poco más en cama… aunque no demasiado. Las señoritas de servicio solían venir a despertarme para que desayunara con