Asher miró a los lobos a través de la puerta de la casa Geller.
Llevaban cazando unos días, y trajeron ardillas y ciervos.
Saludó a sus hermanos y los mandó entrar.
Había una niña con ellos, de cabello oscuro y ojos marrones.
La casa Geller era un punto de parada para los lobos de la manada Harrison.
Asher se sentó junto a la chimenea junto a sus hermanos mientras los oía contar historias de Astal, donde corría la noticia de que el propio hijo del Supremo estaba visitando el castillo Turner, y cómo el heredero de los Turner y de los Chase eran cercanos.
Pero pronto esas noticias parecieron irrelevantes, cuando Don comenzó a hablar de las quemadas las plantaciones.
— Seguimos en silencio, en una luna nueva. Sus plantaciones eran cuidadas por clanes más pequeños, y cuando llegamos lo suficientemente cerca pudimos ver sus casas pequeñas y decrépitas, mientras vivían en castillos gigantescos rodeados de siervos obedeciendo todas sus órdenes. Mientras prendíamos fuego a los cultivo