— La secuestró. — Corrigió a James.
John frunció el ceño y asintió con la cabeza en desacuerdo.
— No seas tonto James, él estuvo aquí antes en su cuarto. Ella no lo denunció, y en el río sabía que usted corría peligro. Mira los hechos, los dos están juntos.
James avanzó, y con brusquedad empujó a John contra la pared del cuarto, cerca de la ventana.
Chase golpeó con fuerza la pared de piedra, y su cara quedó marcada por la rabia.
Sus ojos negros flamearon, y su voz cuando habló fue cortante.
— Está completamente ciego.
James sabía que no debía haberlo hecho, John era el Oriedreh del Supremo Alfa, y un día sería el comandante de toda la isla, y de todas las manadas.
Le debía respeto y obediencia, pero nada de eso parecía razón suficiente para detenerlo.
Al contrario, estaba perdiendo cada vez más el control.
— No le dirás sobre tus sospechas a nadie, ¡no lo dirás en voz alta! No sabes lo que le puedes hacer con eso.
James recordó el sueño, y estaba seguro de que era un presa