El corazón de Alice se hundió en su pecho al darse cuenta de la terrible realidad que se desarrollaba frente a sus ojos.
No eran lobos rebeldes ni los lobos del alfa quienes los atacaban, sino cazadores, tres de ellos.
Los cazadores Minkovi, una organización de la gran iglesia. Decididos a cazar a todos los que no fueran humanos.
La perplejidad se apoderó de Alice, mezclándose con el miedo y la incredulidad ante la situación que ahora se revelaba. ¿Cómo era posible que los cazadores los hubieran encontrado? La sensación de desamparo crecía a medida que comprendía la magnitud de la amenaza a la que se enfrentaban.
James, aunque herido por una flecha que casi alcanzó su corazón, no cayó de rodillas ante ella como había imaginado.
Por el contrario, se levantó con determinación, y su expresión se volvió aún más sombría.
El instinto de protección se apoderó de él, y se posicionó entre Alice y los cazadores, preparado para luchar por su supervivencia.
Con la adrenalina recorriendo sus venas