CRYSTAL Alzo la mirada al ver la manada de luna oscura, un lugar frío y solitario, con tierra infértil donde todo lo que crece son árboles densos y nada frondosos. Las calles de piedra serpentean entre las muchas casas donde las personas se asoman para ver la llegada de la nueva intrusa. De hecho, no pensé que la manada de este miserable fuera así de grande, con aires de riqueza. Más allá, veo el imponente castillo, el lugar al que nos dirigimos, el que será mi hogar y mi prisión hasta que la Diosa quiera. Durante todo el camino hacia aquí, no hubo palabras; no las había tampoco. Sabía cuál era mi posición delante de él, o tal vez no. Mientras me pierdo un poco en mis pensamientos, puedo ver la enorme reja que cierra el castillo. En las columnas de la entrada y las de adentro, estatuas algo perturbadoras parecen observarte. Una vez que cruzamos hacia el patio interno, siento que ya no hay salida, que ya no saldré de sus garras, aunque eso es algo que sabía muy bien desde un
CRYSTAL Miro el vestido en el pequeño espejo del baño; es bonito, aunque algo descubierto. La tela es simple y suave, se ajusta bien a mi cintura, cayendo en una falda lisa. Recogí mi cabello rojo con una cinta negra, dejando al descubierto la mancha de mi cuello, que poco a poco se va borrando. Es el último recuerdo de que alguna vez estuve emparejada y de un pasado que espero olvidar. Salí del baño para ver a la mujer parada en la puerta, esperándome. Su mirada recorre mi cuerpo con una señal de aprobación antes de darse la vuelta y salir. Vamos, Crystal, puedes hacer esto. No demuestres lo débil que eres; no permitas que él vea cuánto te afecta. Di los primeros pasos fuera de la habitación, mirando el pasillo que está iluminado por la suave luz que entra por los ventanales más allá de estas puertas. A un lado, la mujer espera paciente por mí a pesar de que estoy lista. —Primero que nada, las reglas principales de dónde estás justo ahora— señala la puerta a su espalda, la qu
CRYSTAL Retrocedí al verlo avanzar, mis puños apretándose a mis lados mientras entraba en una negación total a lo que decía. Cerré mis ojos por unos segundos para tratar de calmar la agitación en mi interior, ese poder que llevo dentro y que se remueve con fuerza, respondiendo ante la amenaza y no sé cómo pararlo. —Eres tú quien no merece vivir, por tu culpa lo perdí todo, ¡TODO! Clavé las garras en mi pecho en un intento desesperado de calmar el dolor y el ardor, de calmar aquello que ruge con fuerza para dejarlo salir. Abrí mis ojos apenas en una pequeña rendija para ver el mármol bajo mis pies cristalizarse, lo mismo que había pasado en ese bosque. —No —solté apenas en un susurro, intentando calmar incluso los temblores de mi cuerpo. —Por suerte para mí, eres débil, posiblemente la más débil de todas: la Omega rechazada y abandonada, la Omega vendida que lo perdió todo en un día, la Omega sin valor que no es capaz de protegerse a sí misma porque solo es una cobarde. —¡BASTA
CRYSTALHan pasado tres días desde aquel incidente, tres días que me han mantenido aquí encerrada en esta habitación oscura.Leonor es la única que viene a traerme una bandeja de comida, pero luego simplemente se va, dejándome sola para que comience a perder la cabeza.Me he roto los dedos tratando de abrir más aquel pequeño orificio que alumbra mi cuerpo sentado en la inmensidad de esta habitación. Ya he perdido la cuenta de cuántas veces he caminado tratando de distraer mi agotada mente.Un suspiro escapa de mí, resonando en estas cuatro paredes, sintiendo que mi vida no tiene un significado.Oigo el cerrojo de la puerta; es la segunda vez en la mañana, lo que me hace pensar que tal vez no es Leonor.Miro sobre mi hombro la puerta, esperando a que se abra, y cuando lo hace, me sorprende ver qué sí es Leonor.—Hola, ¿cómo estás hoy?—Bien— respondí, levantándome para quedar frente a ella, quien comenzó a examinar mi cuerpo medio desnudo con la mirada.Su Alfa tiene la habilidad de ar
CRYSTALLlegué a una fuente para lavar la sangre de mi brazo. Rasgué la falda de mi vestido, comenzando a cubrir la herida. Una de las desventajas de ser Omega es que tu curación es más lenta.«Vuelve a infundir magia en ti misma, tal vez esta vez sí funcione».«Sabes que nunca lo hace; bien podría estar muriendo y te aseguro que ese poder inútil me deja morir».Me levanté, retomando mi caminata. Trataba de desviar mis pensamientos de lo demás. Alcé la mirada al cielo, observando las nubes espesas sobre mí. El ambiente se sentía tenso y nostálgico a la vez, todo en tonos grises y negros, tal como lo era mi vida.Crucé un pequeño pasillo que me condujo casualmente al jardín que miraba una y otra vez por el pequeño hueco de mi ventana.Subí la mirada hacia lo más alto; a lo lejos se podía ver mi pequeña celda de contención. Así que, por hoy, lo que me dure, disfrutaré de esto.Me arrodillé tocando la tierra negra y sin vida con mis manos.Abrí un hueco con mis dedos, tratando de encontr
CRYSTALA pesar de todas mis protestas, cortó su muñeca, obligándome a abrir la boca para recibir una vez más su sangre.La única diferencia ahora es que parecía tener un sabor diferente, o tal vez siempre ha sido así.Sentí en el momento exacto en el que mi brazo comenzó a sanar; la herida ardía, pero era tolerable a medida que la carne se cerraba.Me quedé quieta en todo momento, mirando sus ojos, así como él lo hacía. Había algo en ellos, un mar embravecido capaz de desatar una tormenta.Retiró su muñeca de mis labios; sus ojos descendieron una vez más a mi pecho, que por suerte está cubierto. Esta vez no rasgó todo como las otras veces.Sabía lo que haría; siempre lo hace, y aún me pregunto por qué.Rozó sus dedos en mi corazón, y como si eso hubiese bastado, aquellos símbolos se iluminaron. No los entendía, pero estoy segura de que él sí. —¿Sabes qué dicen?Silencio. Su mirada seguía clavada en mi piel mientras su toque tallaba cada línea blanca.—Dicen lo que eres.—¿Y qué soy?
EZRA Puedo sentirla, cada pequeña cosa que hace, cada paso que da hacia una verdad que desea buscar a toda costa. Esa lobita rebelde, de alguna manera, tiene mi mundo de cabeza desde que llegó aquí. Se ha apoderado de cada pensamiento, de cada espacio que consideraba mío; es como una sombra que me sigue a todas partes, por más que trate de mantenerla prisionera en su habitación. La odio, realmente lo hago, pero hay algo que me impide lastimarla o hacerle todo el daño que realmente debería estar haciéndole. Golpeo la pared frustrado, haciendo por fin callar a la mujer a mi espalda que no deja de llorar y lamentarse porque me niego a tocarla. Está en su celo, la única concubina que supuestamente ha logrado llevar a mi cachorro, y ahora me cuestiono si eso es verdad. Nada ha podido romper la maldición hasta ahora y posiblemente nada lo hará. —Alfa… —Serás llevada a la manada, se te asignará una casa para ti sola, pero ten en cuenta que cada paso que des será vigilado, y a la mayor
EZRA Tomé un mechón de su cabello rojo, algo muy inusual para ser una Astra; debería ser blanco o incluso azul, como el de sus ojos, pero no rojo. Lo escondí detrás de su oreja, aprovechando esa oportunidad para acariciar su piel, deslizando mis dedos lentamente por su mejilla hasta llegar a su cuello. La marca de su excompañero aún no desaparece por completo, pero pronto lo hará. Bajé mi nariz hasta ese punto, aspirando su aroma, sintiendo cómo su cuerpo se tensa y tiembla. Yo, por otro lado, decido perderme en su olor, uno que despierta muchas cosas en mí; algo salvaje y primitivo que aún no reconozco. Bajo mis manos a su cintura, atrayéndola a mi cuerpo, permitiéndome sentir su calor antes de que entre en razón y la vuelva a encerrar. No puedo dejar que ella arruine mi vida y mis planes. No justo ahora. Gruño frustrado contra su cuello, despertando por fin de aquel momento. Esto no puede volver a pasar. Sin decir palabra, salgo con ella de allí; ignoro sus forcejeos