CRYSTAL
Sus garras volvieron a alzarse a la altura de mi corazón, así que solo cerré los ojos, esperando el dolor que acabaría con mi vida, pero fue todo lo contrario. Los volví a abrir cuando sentí sus afiladas uñas deslizarse suavemente en mi pecho, bajando con lentitud por mi abdomen. Este empezó a brillar con símbolos y círculos que desconozco, siguiendo la misma senda que él. Desde mi corazón hasta mi ombligo, esas formas se iluminaron hasta que él quitó su toque. Todavía estaba sorprendida, con mi pecho subiendo y bajando debido a la agitación, intentando comprender qué había sido todo eso. Varios aullidos resonaron a la distancia, poniendo al lobo sobre mí, tenso con toda esa bruma agitada. Golpeó el suelo con fuerza con una de sus patas, gruñendo de forma obstinada, hasta que sus ojos se encontraron nuevamente con los míos. Retrocedí en un intento inútil de huir; tal vez me dejaría con vida por haberlo salvado… —¡Ahhhh!— grité cuando el dolor desgarrador se extendió por todo mi cuerpo; sus colmillos se clavaron con saña en mi brazo, mi sangre fluyendo entre sus fauces hasta derramarse en el suelo. Había algo que comenzaba a recorrer mis venas, algo que no entendía pero que dolía demasiado. Hubo un susurro en medio de aquel dolor que me estaba arrastrando a la oscuridad, tan suave y tan intimidante al mismo tiempo, como una promesa de muerte de la que no podré escapar. "Voy a encontrarte de nuevo, Astra." Con aquella voz ronca, gruesa, con un toque de odio, perdí totalmente la conciencia. ***** —Sigue viva. —Aún respira y no parece tener heridas graves más allá de la mordida en su brazo. —¡Maldición!, esa mordida se ve horrible; así no podremos venderla al palacio. Oigo voces cerca; mi cuerpo está sobre algo blando, aunque eso no apacigua el dolor que azota mi cuerpo. Algo palpita en mi brazo de forma salvaje, justo donde él me mordió, pero… ¿por qué? Abro los ojos lentamente para ver el cielo azul sobre mí y algunas copas de árboles que se mesen con la suave brisa. —Ya despertaste, un milagro. Intentamos ayudar a otras, pero lamentablemente no lo lograron. Vuelvo al sonido de la voz para observar a un hombre de edad avanzada preparando unas gasas antes de empezar a envolverlas en mi brazo. —¿Puedo preguntar cómo fue que sobreviviste a esa mordida sin que te rompieran al menos los huesos? —No… no lo sé—recuerdo los acontecimientos de anoche y me parece todo demasiado extraño, casi producto de mi imaginación. Era mejor haber dejado morir a ese Alfa; después de todo, es el mal de este mundo, el enemigo potencial de toda nuestra naturaleza. —Ya está, ahora levántate. Partimos en poco tiempo; lo más seguro es que seas vendida al palacio junto con las otras. Créeme, ese es el mejor destino que puedas tener. El palacio, donde vive el Rey Alfa y su hijo, el príncipe Eder, nos gobiernan a todos desde allí. Son implacables para imponer orden, y sus leyes deben seguirse al pie de la letra. Nos protegen a todos de él, del Alfa oscuro, que solo crea destrucción, dejando una estela de muerte a su espalda. Niego con la cabeza, ahora arrepintiéndome de haberlo salvado. Van a acusarme de traición por esto. Después de recuperarme un poco y comer algo, me llevaron junto con las otras para comenzar a avanzar por el bosque. Mis pies descalzos sienten cada piedra, cada ramita y cada hoja, dejando una sensación de ardor en ellos. Trato de apartar los pensamientos de mi pasado, pero, ¿cómo olvidarlo cuando hace unos días había recibido la mejor noticia de mi vida? Fui demasiado ingenua al pensar que podría conservarlo, que su padre, a pesar de todo, lo quisiera sin importar que no me amara. Toqué mi vientre vacío, sintiendo las lágrimas deslizarse silenciosas, llevándose aquel dolor para reemplazarlo por odio. Solo espero poder vivir lo suficiente para ver la destrucción de esa manada, para que esas palabras que salieron de mí sin tener control se cumplan. ***** Llegamos al palacio poco después; fuimos guiadas por una pequeña puerta trasera que daba directo al área de lavado. Ahí, una mujer mayor nos recibió, examinándonos con desprecio. Thea comienza a agitarse de forma extraña en mi interior; no entiendo qué es lo que pasa ahora. —Muy bien, señoritas, espero que tengan en claro una simple regla: solo obedecer y nada más que obedecer. Ahora, síganme. Tomó una bolsa de cuero llena de monedas y se la lanzó al hombre que nos trajo antes de alejarse por un pasillo donde tuvimos que seguirla más atrás en una fila. A cada una nos dio un pequeño cuarto, equipado con una cama personal, una mesita y un baño, nada más. —Mañana llegarán los señores de un largo viaje entre las manadas; las quiero a todas preparadas en cinco minutos para que sepan qué van a hacer. Anunció desde el pasillo antes de alejarse. Cerré la puerta y fui directamente hacia el pequeño baño, donde me quité el vestido que me puso aquel hombre. Justo en cinco minutos, todas nos encontramos de pie en nuestras puertas, con la cabeza inclinada, oyendo los tacones golpear contra el mármol mientras la mujer se acercaba. —Muy bien, señoritas, veamos qué tan bien se desenvuelven y no quiero errores en su primer día. Se dio la vuelta y nosotras, como cola, la seguimos, pasando por varias puertas hasta llegar a un enorme salón de baile decorado con candelabros dorados por todos lados. —Tú y tú limpiarán el piso, no puede quedar ni una mota de polvo, ¿entendido? Las dos jóvenes tomaron de inmediato el estropajo para comenzar a limpiar. —Ustedes tres limpiarán los candelabros, deben quedar relucientes. Tómense todo el día si es necesario, pero lo quiero perfecto. Nos pusimos mano a la obra; ya había hecho esto antes. Gracias a mi "suegrita", puedo decir que tengo experiencia laboral. Me obligaba todos los días a hacer algo diferente, como si fuera una simple doncella más. Ya muy entrada la madrugada fue cuando terminamos de limpiar el enorme salón, dejando todo reluciente, como nos pidieron. Me quedé admirando la vista, o tal vez solo quería quedarme sola escuchando cómo las demás se retiraban, dejándome en aquel espacio solitario. Parecía que los latidos de mi corazón hacían eco en el lugar, hasta que Thea comenzó a agitarse de nuevo. «Thea, ¿qué tienes?» «No lo sé, algo llama mi atención, una presencia que desconozco, pero que quiero alcanzar». Fruncí el seño sin entender; tal vez solo necesita descansar, así como yo. Me di la vuelta a punto de irme, hasta que me detuve en seco al ver al hombre que entraba acompañado de una mujer. Su cabello rubio desordenado deja caer algunos mechones al frente, tapando sus cejas pobladas y sus ojos almendrados. Viene con un exquisito traje, con detalles de bordado de oro, dando a entender que es parte de la realeza. Sus ojos se encuentran con los míos y esa sonrisa que hace poco tenía desaparece mientras recorre mi cuerpo con una mirada indescifrable. Aparto la mirada y me alejo de aquel lugar, con todo el cuerpo tenso y las emociones en una tormenta a punto de desatarse. Llego a mi pequeño cuarto, apoyándome contra la puerta para darme algunos golpecitos en el pecho. ¿Qué clase de broma cruel es esta? ¿Acaso solo soy un juego para la Diosa? "Compañero" Cierro los ojos, recordando la única palabra que pronunció Thea de forma temblorosa, casi como si tuviera miedo de decirla. Esto no puede ser, no podemos ser las compañeras del príncipe.CRYSTAL Me acomodo el cabello para que no se vea tan desaliñado después de las miserables horas que pasé el resto de la madrugada. Unos ojos celestes con grandes ojeras me regresan la mirada cansada, sin poder dormir después de casi caer desmayada por el dolor de su traición. Esa pequeña voz de mi conciencia me dice que de pronto no me reconoció, pero es el maldito príncipe, claro que lo hizo. Suelto un suspiro tembloroso, secando las lágrimas de tristeza y rabia. ¿Por qué todo lo malo tiene que pasarme a mí? ¿Por qué no soy suficiente para nadie? ¿Por qué? Dejo mis pensamientos atrás para salir de mi pequeña seguridad y pararme en la puerta justo a tiempo. Los tacones esta vez suenan apresurados, lo que me indica que será un largo día. —Si ayer no quise errores, hoy mucho menos. Esta celebración es importante porque da la bienvenida a los dos grandes Alfas; la Reina no quiere errores, así que cuidado. ***** La mañana pasó agitada, yendo y viniendo de un lugar a otro
CRYSTAL Observo el camino por el que voy, dejando atrás los grandes árboles de verde intenso. Mis ojos se mantienen enfocados en el suave movimiento de sus copas, cuando la brisa las acaricia. Mi mente está en blanco; me siento vacía de cualquier emoción. Es como si hubiesen apagado todo en mí. Solo soy una cáscara rota a la que todos rechazan y desechan, sin nada de valor. Mi cuerpo permanece entumecido por las largas horas de viaje en esta carretera, donde todo lo que he recibido es un poco de agua y un pedazo de pan viejo. Me abrazo a mí misma, y no porque sienta frío, sino por buscar un consuelo que no siento. Alzo la mirada hacia algo más allá de nosotros, moviéndose entre el límite del bosque. Un lobo se mueve con sigilo entre los árboles; sus ojos brillan entre las sombras y su pelaje marrón le da un perfecto camuflaje a la vista.No se acerca, es como si solo se estuviera asegurando de algo. Los hombres que hablan de cualquier cosa no parecen percatarse de él, pero yo s
CRYSTAL Estaba satisfecho con mi respuesta; podía verlo en su sonrisa retorcida, con aquel brillo juguetón en su mirada. —Ven aquí —ordenó, señalando el lugar donde estaba hace unos segundos. Me solté del marco, respirando por la boca, antes de avanzar con pasos temblorosos hasta quedar frente a él. Tomó mi brazo, sacando la venda para ver su mordida. Su pecho vibró ante la risa ronca que brotó de él, seguramente admirando lo que me hizo. —Te ayudaré con eso, ya no la necesitas; ahora estás en mis manos. —¿Q… qué quieres decir? —Solo fue una marca temporal para saber dónde y cómo encontrarte. ¿Qué? Todas mis preguntas se bloquearon al ver que cortaba su muñeca con una de sus garras; la sangre roja pronto brotó de la herida, goteando hasta la tierra. —Bebe. Abrí los ojos, negando con la cabeza e intentando alejarme de él, pero fue más rápido. Me tomó con fuerza de la nuca, inclinando mi cabeza, haciendo mucha presión hasta el punto en que solté un pequeño grito de do
CRYSTAL Alzo la mirada al ver la manada de luna oscura, un lugar frío y solitario, con tierra infértil donde todo lo que crece son árboles densos y nada frondosos. Las calles de piedra serpentean entre las muchas casas donde las personas se asoman para ver la llegada de la nueva intrusa. De hecho, no pensé que la manada de este miserable fuera así de grande, con aires de riqueza. Más allá, veo el imponente castillo, el lugar al que nos dirigimos, el que será mi hogar y mi prisión hasta que la Diosa quiera. Durante todo el camino hacia aquí, no hubo palabras; no las había tampoco. Sabía cuál era mi posición delante de él, o tal vez no. Mientras me pierdo un poco en mis pensamientos, puedo ver la enorme reja que cierra el castillo. En las columnas de la entrada y las de adentro, estatuas algo perturbadoras parecen observarte. Una vez que cruzamos hacia el patio interno, siento que ya no hay salida, que ya no saldré de sus garras, aunque eso es algo que sabía muy bien desde un
CRYSTAL Miro el vestido en el pequeño espejo del baño; es bonito, aunque algo descubierto. La tela es simple y suave, se ajusta bien a mi cintura, cayendo en una falda lisa. Recogí mi cabello rojo con una cinta negra, dejando al descubierto la mancha de mi cuello, que poco a poco se va borrando. Es el último recuerdo de que alguna vez estuve emparejada y de un pasado que espero olvidar. Salí del baño para ver a la mujer parada en la puerta, esperándome. Su mirada recorre mi cuerpo con una señal de aprobación antes de darse la vuelta y salir. Vamos, Crystal, puedes hacer esto. No demuestres lo débil que eres; no permitas que él vea cuánto te afecta. Di los primeros pasos fuera de la habitación, mirando el pasillo que está iluminado por la suave luz que entra por los ventanales más allá de estas puertas. A un lado, la mujer espera paciente por mí a pesar de que estoy lista. —Primero que nada, las reglas principales de dónde estás justo ahora— señala la puerta a su espalda, la qu
CRYSTAL Retrocedí al verlo avanzar, mis puños apretándose a mis lados mientras entraba en una negación total a lo que decía. Cerré mis ojos por unos segundos para tratar de calmar la agitación en mi interior, ese poder que llevo dentro y que se remueve con fuerza, respondiendo ante la amenaza y no sé cómo pararlo. —Eres tú quien no merece vivir, por tu culpa lo perdí todo, ¡TODO! Clavé las garras en mi pecho en un intento desesperado de calmar el dolor y el ardor, de calmar aquello que ruge con fuerza para dejarlo salir. Abrí mis ojos apenas en una pequeña rendija para ver el mármol bajo mis pies cristalizarse, lo mismo que había pasado en ese bosque. —No —solté apenas en un susurro, intentando calmar incluso los temblores de mi cuerpo. —Por suerte para mí, eres débil, posiblemente la más débil de todas: la Omega rechazada y abandonada, la Omega vendida que lo perdió todo en un día, la Omega sin valor que no es capaz de protegerse a sí misma porque solo es una cobarde. —¡BASTA
CRYSTALHan pasado tres días desde aquel incidente, tres días que me han mantenido aquí encerrada en esta habitación oscura.Leonor es la única que viene a traerme una bandeja de comida, pero luego simplemente se va, dejándome sola para que comience a perder la cabeza.Me he roto los dedos tratando de abrir más aquel pequeño orificio que alumbra mi cuerpo sentado en la inmensidad de esta habitación. Ya he perdido la cuenta de cuántas veces he caminado tratando de distraer mi agotada mente.Un suspiro escapa de mí, resonando en estas cuatro paredes, sintiendo que mi vida no tiene un significado.Oigo el cerrojo de la puerta; es la segunda vez en la mañana, lo que me hace pensar que tal vez no es Leonor.Miro sobre mi hombro la puerta, esperando a que se abra, y cuando lo hace, me sorprende ver qué sí es Leonor.—Hola, ¿cómo estás hoy?—Bien— respondí, levantándome para quedar frente a ella, quien comenzó a examinar mi cuerpo medio desnudo con la mirada.Su Alfa tiene la habilidad de ar
CRYSTALLlegué a una fuente para lavar la sangre de mi brazo. Rasgué la falda de mi vestido, comenzando a cubrir la herida. Una de las desventajas de ser Omega es que tu curación es más lenta.«Vuelve a infundir magia en ti misma, tal vez esta vez sí funcione».«Sabes que nunca lo hace; bien podría estar muriendo y te aseguro que ese poder inútil me deja morir».Me levanté, retomando mi caminata. Trataba de desviar mis pensamientos de lo demás. Alcé la mirada al cielo, observando las nubes espesas sobre mí. El ambiente se sentía tenso y nostálgico a la vez, todo en tonos grises y negros, tal como lo era mi vida.Crucé un pequeño pasillo que me condujo casualmente al jardín que miraba una y otra vez por el pequeño hueco de mi ventana.Subí la mirada hacia lo más alto; a lo lejos se podía ver mi pequeña celda de contención. Así que, por hoy, lo que me dure, disfrutaré de esto.Me arrodillé tocando la tierra negra y sin vida con mis manos.Abrí un hueco con mis dedos, tratando de encontr