03. Solo obedecer

CRYSTAL

Sus garras volvieron a alzarse a la altura de mi corazón, así que solo cerré los ojos, esperando el dolor que acabaría con mi vida, pero fue todo lo contrario.

Los volví a abrir cuando sentí sus afiladas uñas deslizarse suavemente en mi pecho, bajando con lentitud por mi abdomen.

Este empezó a brillar con símbolos y círculos que desconozco, siguiendo la misma senda que él. Desde mi corazón hasta mi ombligo, esas formas se iluminaron hasta que él quitó su toque.

Todavía estaba sorprendida, con mi pecho subiendo y bajando debido a la agitación, intentando comprender qué había sido todo eso.

Varios aullidos resonaron a la distancia, poniendo al lobo sobre mí, tenso con toda esa bruma agitada.

Golpeó el suelo con fuerza con una de sus patas, gruñendo de forma obstinada, hasta que sus ojos se encontraron nuevamente con los míos.

Retrocedí en un intento inútil de huir; tal vez me dejaría con vida por haberlo salvado…

—¡Ahhhh!— grité cuando el dolor desgarrador se extendió por todo mi cuerpo; sus colmillos se clavaron con saña en mi brazo, mi sangre fluyendo entre sus fauces hasta derramarse en el suelo.

Había algo que comenzaba a recorrer mis venas, algo que no entendía pero que dolía demasiado.

Hubo un susurro en medio de aquel dolor que me estaba arrastrando a la oscuridad, tan suave y tan intimidante al mismo tiempo, como una promesa de muerte de la que no podré escapar.

"Voy a encontrarte de nuevo, Astra."

Con aquella voz ronca, gruesa, con un toque de odio, perdí totalmente la conciencia.

*****

—Sigue viva.

—Aún respira y no parece tener heridas graves más allá de la mordida en su brazo.

—¡Maldición!, esa mordida se ve horrible; así no podremos venderla al palacio.

Oigo voces cerca; mi cuerpo está sobre algo blando, aunque eso no apacigua el dolor que azota mi cuerpo.

Algo palpita en mi brazo de forma salvaje, justo donde él me mordió, pero… ¿por qué?

Abro los ojos lentamente para ver el cielo azul sobre mí y algunas copas de árboles que se mesen con la suave brisa.

—Ya despertaste, un milagro. Intentamos ayudar a otras, pero lamentablemente no lo lograron.

Vuelvo al sonido de la voz para observar a un hombre de edad avanzada preparando unas gasas antes de empezar a envolverlas en mi brazo.

—¿Puedo preguntar cómo fue que sobreviviste a esa mordida sin que te rompieran al menos los huesos?

—No… no lo sé—recuerdo los acontecimientos de anoche y me parece todo demasiado extraño, casi producto de mi imaginación. Era mejor haber dejado morir a ese Alfa; después de todo, es el mal de este mundo, el enemigo potencial de toda nuestra naturaleza.

—Ya está, ahora levántate. Partimos en poco tiempo; lo más seguro es que seas vendida al palacio junto con las otras. Créeme, ese es el mejor destino que puedas tener.

El palacio, donde vive el Rey Alfa y su hijo, el príncipe Eder, nos gobiernan a todos desde allí. Son implacables para imponer orden, y sus leyes deben seguirse al pie de la letra.

Nos protegen a todos de él, del Alfa oscuro, que solo crea destrucción, dejando una estela de muerte a su espalda. Niego con la cabeza, ahora arrepintiéndome de haberlo salvado. Van a acusarme de traición por esto.

Después de recuperarme un poco y comer algo, me llevaron junto con las otras para comenzar a avanzar por el bosque.

Mis pies descalzos sienten cada piedra, cada ramita y cada hoja, dejando una sensación de ardor en ellos.

Trato de apartar los pensamientos de mi pasado, pero, ¿cómo olvidarlo cuando hace unos días había recibido la mejor noticia de mi vida?

Fui demasiado ingenua al pensar que podría conservarlo, que su padre, a pesar de todo, lo quisiera sin importar que no me amara.

Toqué mi vientre vacío, sintiendo las lágrimas deslizarse silenciosas, llevándose aquel dolor para reemplazarlo por odio.

Solo espero poder vivir lo suficiente para ver la destrucción de esa manada, para que esas palabras que salieron de mí sin tener control se cumplan.

*****

Llegamos al palacio poco después; fuimos guiadas por una pequeña puerta trasera que daba directo al área de lavado. Ahí, una mujer mayor nos recibió, examinándonos con desprecio.

Thea comienza a agitarse de forma extraña en mi interior; no entiendo qué es lo que pasa ahora.

—Muy bien, señoritas, espero que tengan en claro una simple regla: solo obedecer y nada más que obedecer. Ahora, síganme.

Tomó una bolsa de cuero llena de monedas y se la lanzó al hombre que nos trajo antes de alejarse por un pasillo donde tuvimos que seguirla más atrás en una fila.

A cada una nos dio un pequeño cuarto, equipado con una cama personal, una mesita y un baño, nada más.

—Mañana llegarán los señores de un largo viaje entre las manadas; las quiero a todas preparadas en cinco minutos para que sepan qué van a hacer.

Anunció desde el pasillo antes de alejarse.

Cerré la puerta y fui directamente hacia el pequeño baño, donde me quité el vestido que me puso aquel hombre.

Justo en cinco minutos, todas nos encontramos de pie en nuestras puertas, con la cabeza inclinada, oyendo los tacones golpear contra el mármol mientras la mujer se acercaba.

—Muy bien, señoritas, veamos qué tan bien se desenvuelven y no quiero errores en su primer día.

Se dio la vuelta y nosotras, como cola, la seguimos, pasando por varias puertas hasta llegar a un enorme salón de baile decorado con candelabros dorados por todos lados.

—Tú y tú limpiarán el piso, no puede quedar ni una mota de polvo, ¿entendido?

Las dos jóvenes tomaron de inmediato el estropajo para comenzar a limpiar.

—Ustedes tres limpiarán los candelabros, deben quedar relucientes. Tómense todo el día si es necesario, pero lo quiero perfecto.

Nos pusimos mano a la obra; ya había hecho esto antes. Gracias a mi "suegrita", puedo decir que tengo experiencia laboral. Me obligaba todos los días a hacer algo diferente, como si fuera una simple doncella más.

Ya muy entrada la madrugada fue cuando terminamos de limpiar el enorme salón, dejando todo reluciente, como nos pidieron.

Me quedé admirando la vista, o tal vez solo quería quedarme sola escuchando cómo las demás se retiraban, dejándome en aquel espacio solitario.

Parecía que los latidos de mi corazón hacían eco en el lugar, hasta que Thea comenzó a agitarse de nuevo.

«Thea, ¿qué tienes?»

«No lo sé, algo llama mi atención, una presencia que desconozco, pero que quiero alcanzar».

Fruncí el seño sin entender; tal vez solo necesita descansar, así como yo.

Me di la vuelta a punto de irme, hasta que me detuve en seco al ver al hombre que entraba acompañado de una mujer.

Su cabello rubio desordenado deja caer algunos mechones al frente, tapando sus cejas pobladas y sus ojos almendrados.

Viene con un exquisito traje, con detalles de bordado de oro, dando a entender que es parte de la realeza.

Sus ojos se encuentran con los míos y esa sonrisa que hace poco tenía desaparece mientras recorre mi cuerpo con una mirada indescifrable.

Aparto la mirada y me alejo de aquel lugar, con todo el cuerpo tenso y las emociones en una tormenta a punto de desatarse.

Llego a mi pequeño cuarto, apoyándome contra la puerta para darme algunos golpecitos en el pecho.

¿Qué clase de broma cruel es esta? ¿Acaso solo soy un juego para la Diosa?

"Compañero"

Cierro los ojos, recordando la única palabra que pronunció Thea de forma temblorosa, casi como si tuviera miedo de decirla.

Esto no puede ser, no podemos ser las compañeras del príncipe.

Continue lendo este livro gratuitamente
Digitalize o código para baixar o App

Capítulos relacionados

Último capítulo

Explore e leia boas novelas gratuitamente
Acesso gratuito a um vasto número de boas novelas no aplicativo BueNovela. Baixe os livros que você gosta e leia em qualquer lugar e a qualquer hora.
Leia livros gratuitamente no aplicativo
Digitalize o código para ler no App