Tras las palabras de Alastor, el silencio que se apoderó de la arboleda fue abrumador. Nadie dijo nada. Nadie se movió. Y eso, apretujó el corazón de Anna.
―No ―le susurró Dante cuando ella intentó acercarse a Arioch ―Deja que el alfa hable, es un momento entre ellos ―
Sin decir nada, Anna asintió y optó por buscar refugio entre sus brazos.
Dante tenía razón. Durante años, Arioch había sido visto como el culpable de la masacre que había tenido lugar en Loto de Luna cuando Alastor tenía tan sólo dieciocho años. También, se le consideraba la razón del por qué Anna no había crecido en su hogar con su familia y su gente.
Si bien muchos miembros de la manada habían asistido al juicio y habían optado por perdonarlo tras conocer su historia, muchos otros no la sabían, por lo que su odio y desprecio hacia al consejero, era algo que estaba aún latente en sus corazones.
Notando aquello, Alastor suspiró y se acercó a sus tíos, lo que Lira, al bajar del vehículo, aprovechó para colocarse entre Ar