Algo dudoso, Arioch tomó el cuenco y dirigió su mirada hacia Anna, quien, en ese momento, se encontraba charlando animadamente con Armin y William, los únicos jóvenes alfas que se habían empeñado en acompañarlos.

Al sentir la mirada del lobo sobre ella, Anna desvió la mirada hacia él y sin dudar, la joven le dedicó una radiante sonrisa antes de volver a centrarse en sus amigos.

―Huele a… ¿Lumens? ―preguntó Alastor tras olfatear el helado en la distancia ― ¿A poco hacen helado de ese sabor? ―le preguntó a Pía, quien había comenzado a recolectar los platos vacíos

―No lo sé, alfa ―respondió Pía ―Pero este, lo hizo la señora Melba esta mañana ―dijo en voz queda tras asegurarse que Anna estaba distraída ―Anoche, Anna le preguntó a mi madre si ella podría usar el chocolate para hacer un helado, pero mi mamá dijo que la indicada para esa tarea era la señora Melba, así que, esta mañana antes de irse, me entregó un par de cajas y me pidió de favor que le rogara a la señora Melba, que, por favo