Capítulo 12.4: Cicatriz.

Ante las palabras de Alastor, tres feroces gruñidos resonaron por toda la sala, provocando que más de uno diera un brinco en su lugar.

Uno, provenía por parte de Máximus, quien, por instinto, clavó su mirada en Arioch.

Otro, provenía de parte de Dasha, cuyos ojos no dudaron en ir directamente a Samael, quien tenía una sonrisa mal disimulada en el rostro, una, que solo provocó que Arioch volviera a gruñir.

― ¡Compórtense! ―gruñó Atenea ―Alastor, continúa por favor ―

Sin más, Alastor asintió y continuó relatando la historia qué lo había acompañado antes de que comenzara a indagar en su pasado.

Con cada segundo que pasaba, la gente comenzaba a revolucionarse con la historia de Alastor, la cual, provocó diversas emociones entre los presentes.

Mientras que algunos se mostraban indignados, otros se mostraban confundidos.

Y es que, debido a la forma en que Alastor relataba su historia, todos comenzaban a preguntarse cómo era posible que nadie notara nada.

―Silencio ―dijo Bastián, quien hacía
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