CAPÍTULO 37
Rax abrió la llave de la ducha, dejando que el agua fría cayera sobre su cabeza. Esto lo había hecho para calmar la excitación que todavía invadía todo su cuerpo. Hace unos minutos, con la poca fuerza de voluntad que le quedaba, se había separado de ella.

— ¡Ay...! — escuchó una ligera queja de dolor proveniente de Cristal. Al separar la unión de sus cuerpos, todavía entre sus piernas, contempló por primera vez, con la luz intensa de la mañana, el hermoso cuerpo de su luna con las marcadas por sus labios y dientes.

Cristal observaba a Rax mirándola. Era inevitable para ella dirigir su mirada curiosa entre sus piernas, y al ver el miembro de su pareja tan cerca de su zona íntima, su rostro se ruborizó de vergüenza por lo que habían hecho.

El lobo sonrió ligeramente al notar el sonrojo en el rostro de Cristal. Su mirada estaba fija en su vagina, deseando continuar, pero al notar el ligero temblor en las piernas de Cristal, supo que debía detenerse. Recordando que ella es humana.

Para Rax
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