"Hablas con tanta verdad, pero sonríes como si mintieras"
Fumiko Ibars
Llegué a la manada y, al instante, la misma sensación de siempre me invadió. Todo parecía patéticamente normal, incluso tranquilo, pero yo sabía que algo no encajaba. Algo estaba por ocurrir, o quizás ya había comenzado a pasar, y no iba a dejar que esta vez me tomaran por sorpresa. Mis manos, casi por instinto, fueron a mi nuca, y dejé que mis brazos descansaran al aire. El viento soplaba ligeramente, pero no era suficiente para calmar la inquietud que me carcomía por dentro. Recorrí el lugar con la mirada, notando la tranquilidad en los rostros de los guardias que pasaban cerca. Pero esa calma era engañosa. Algo estaba mal, y yo lo sentía.
Sin pensarlo, llamé a los guardias que estaban de turno.
-Díganos, Luna -respondió uno de ellos, saludándome con el habitual respeto. Todos aquí me decían "Luna" porque, antes de que todo esto comenzara, ya me habían nombrado así. Luna de la manada. A pesar de los intento