Rescate imposible.
—Mario desertó —informó Reiden con el ceño fruncido y la voz cargada de angustia.
Derek, en lugar de explotar como cualquiera esperaría, sonrió con una calma que no sentía en lo absoluto. Por dentro, sabía que aquello era un desastre anunciado; conociendo a su padre, sabía que se venía un infierno para toda la especie.
Scarlet se tensó al instante.
—¿Qué hacemos? —preguntó con un hilo de voz.
Derek, en vez de responder con la gravedad del asunto, tomó su mano y le besó los nudillos con suavidad.
—Pues… nada —contestó con ironía—. Esperemos qué linda sorpresa me trae mi querido progenitor. —Sonrió ladeado y, con descaro, añadió—: Ahora lo único que importa es que mi lunita coma algo rico.
Scarlet abrió la boca, sin aire, desconcertada. No sabía si reír, llorar o darle un manotazo.
—¿Verificaste qué se llevó? —preguntó Derek a Reiden, mientras la arrastraba dulcemente hacia la mansión.
—Abrió la caja fuerte —respondió Reiden, serio—. Se llevó todo el dinero en efectivo, joyas y algunos