El idiota más irresistible.
Zhana soltó una risa burlona.
—¿Te sorprende? — preguntó con una ceja alzada. —¿Las humanas debemos ser dóciles a ustedes? Pues te equivocas, después de tratar con tantos hombres lobo… ¿crees que voy a dejar que uno me domine? Y menos el menos gentil.
Reiden gruñó, bajo, gutural, recibiendo los celos, estrujándole las entrañas.
Ella se giró despacio, ahora frente a frente, con la mirada clavada en la de él.
—Tranquilo, no te voy a dejar morir, pero no me dejaré dominar por ti —dijo, sabiendo exactamente cuánto lo irritaba.
—Zhana… —gruñó, clavando la mano contra las baldosas, como si necesitara sostenerse del mundo.
Ella estalló en carcajadas, hasta que, con toda la malicia que la caracterizaba, le apretó los genitales con fuerza.
—¿Qué creíste, lobito estúpido? ¿Qué vendrías y me tendrías así de fácil? Pues no. No te has disculpado lo suficiente para merecerme.
Reiden apretó la mandíbula, y su ceño se frunció. El dolor en su entrepierna competía con la punzada en su cabeza, que amena