Capítulo 7 —El día después
Narrador:
Lucía no durmió. Ni un minuto. Se pasó la noche entera caminando del espejo a la ventana, de la ventana a la cama, con el corazón latiéndole en el cuello y el cuerpo todavía marcado por lo que había hecho.
Cada vez que cerraba los ojos, sentía sus manos. Cada vez que abría los ojos, veía la traición.
Al amanecer, se lavó la cara tres veces y se recogió el cabello. El reflejo seguía dándole náuseas. Intentó convencerse de que todo estaba bajo control, pero sus propias manos temblaban cuando tomó la perilla de la puerta.
Bajó las escaleras con pasos lentos. Al llegar al comedor, vio a la familia ya sentada.
Y él ahí. Rodrigo.
Cara fresca, afeitado, el gesto tranquilo… como si no hubiera sido él quien la había tenido jadeando y temblando horas antes.
Lucía sintió un golpe en el pecho. Leonardo levantó la vista al verla.
—Mi amor, pensé que seguirías durmiendo —dijo con calidez.
Ella trató de sonreír. No lo logró.
—Lucía, cariño, siéntate —dijo la