Capítulo 8 —Ficciones que se caen
Narrador:
Más tarde, un par de horas después, la casa volvió a llenarse de ruido. La madre dando órdenes. El personal moviéndose de un lado al otro. Pasos, voces, puertas abriéndose y cerrándose.
Lucía decidió bajar. Necesitaba aire. Cualquier aire que no fuera el de su culpa.
Al bajar las escaleras, escuchó dos voces. La madre de Leonardo y… Rodrigo.
Se detuvo detrás de la pared del pasillo sin pensarlo. Estaban en la sala, y la conversación era tensa.
—No voy a tolerar que arruines esta boda —decía la madre, con un tono afilado.
—No vine a arruinar nada —respondió Rodrigo, frío.
—Tu sola presencia es un problema. Y tú lo sabes.
—Entonces deberías haberme dejado en el exilio.
—Créeme, si fuera por mí, seguirías allí —escupió ella.
Lucía sintió un escalofrío.
—¿Y para qué me hicieron venir? —dijo Rodrigo.
—Porque tu padre piensa que eres necesario.
—¿Para qué? ¿Para aparentar que somos una familia funcional?
—Para recordar que debes compo