Capitulo 5

—¡No vas a vivir en mi casa, Matías!

― Se supone que somos marido y mujer viviendo juntos. ¿Quieres que me quede solo en un lugar miserable? ¿Quién va a creer que somos una pareja feliz?

― ¡Puedes ir a un hotel! ― ella sabía que él podía permitírselo.

―No puedo hacerlo ― bromeo.

―Entonces regresa a la casa de tus padres.

―Ahora viven en Chicago, y tengo que quedarme New York para manejar el funcionamiento de la nueva sucursal.

―Entonces, renta una casa, un departamento, lo que sea. ¿Esperas que te deje vivir aquí? ¿Estás demente?

― ¿Y dónde más? ― él sonrió y se acercó a ella.

Sabía que esta acción no era amistosa, sino más bien provocativa.

Estaba luchando contra ella, sonriendo para ver si ella tenía el coraje de negarse, era como un lobo malvado.

Ella no puede dejarse intimidar por él. Si muestra un poco de miedo, él la aplastará, y la batalla aún no ha comenzado oficialmente, perderá antes de pelear.

Anastasia respiro hondo en secreto, enderezo la espalda y asumió la postura más decidida que tenía, dando la bienvenida al lobo al reino privado que solo debería pertenecerle a ella.

―Solo un mes, y nada más, prometo acogerte, pero después de un mes, nos divorciamos, ya sea que tengas ese maldito puesto de gerente general o no.

Ella afirmó su posición.

Él sonrió, evasivo.

― ¿Estás de acuerdo? Di que estás de acuerdo ― ella insistió para obtener una respuesta definitiva.

Pero él, se negó a dársela ― ¿No dije que esta vez las reglas del juego las pongo yo? No quieras presionarme, Anastasia.

De repente se deprimió.

― ¿Por qué no hablas claramente? ¿Qué es lo que quieres hacer?

Él la ignoro y entro en la sala de estar con su maleta y estaba a punto de llevarlo a su habitación, cuando sonó el teléfono celular. Miro, el identificador de llamadas, le indico con la mano que entrara en la habitación de invitados y contesto la llamada ― Hola … ¿Iván?

La dulce voz que uso para responder hizo que los nervios de Matías se tensaran y sus oídos se agudizaran.

―Si… recibí las flores y los regalos… gracias, me gustan mucho…

¿Le gustan? Él apretó los puños con ira. Obviamente, ni siquiera los ha abierto todavía, ¿y le gustan? ¿Cuándo se volvió tan aduladora esta mujer?

―… ¿Esta noche? …. Lo siento mucho, tengo algo que hacer… ― mientras decía eso, miro en su dirección.

¿Se está lamentando? Infeliz, le devolvió la mirada con dureza.

―… No se trata del restaurante, es … Bueno… un amigo regreso de Italia temporalmente y tengo que recibirlo… No, no es solo un buen amigo, solo tenemos una amistad.

¿Una amistad? ¡Ja! Son mucho más que eso.

¡Maldita sea! Esta mujer se comporta como si su nombre no estuviera puesto junto al de él, en un acta de matrimonio. Puede que no estén juntos, pero no se quedara mirando cómo le pone dos grandes cuernos.

Él sintió que la sangre en su cuerpo se calentaba y se acercó, agarrando el teléfono móvil de su esposa sin ninguna razón.

―Hola, Sr. Samkov, soy el “amigo” de Anastasia. De hecho, nuestra relación no es…

― ¡¿Qué estás haciendo?! ― ella lo detuvo en estado de shock y rápidamente le quito el teléfono. Los dos pelearon por un tiempo y ella recuperó el derecho de hablar. ― Está bien, Iván, no te preocupes, a mi amigo le encanta molestar. Te llamaré mañana para vernos.

Cuando termino de hablar, rápidamente corto la llamada, sus ojos verdes se alzaron y lo miro con enojo.

― ¿Qué crees que estás haciendo? ¿No consideras que eres infantil?

―¿Infantil? Eres tú la que mientes y me hace pasar por su amigo, cuando en realidad soy tu marido.

Él entrecerró los ojos y la miro fijamente durante mucho tiempo antes de volver a hablar.

―Tengo hambre.

― ¿Qué? ― ella se congeló.

―Dije que tengo hambre y quiero comer ― se comportaba como un niño.

Ella resopló, finalmente perdiendo ante él ― ¿Qué quieres comer? Pediré a domicilio.

― ¿Tienes un restaurante y ni siquiera eres capaz de cocinar tu misma?

Le reprochó.

― Quiero comer comida casera. Hecha por mi esposa.

― Deja de jugar, Matías ¿Quieres que cocine? Habla ya.

― ¿No quieres? ¿Acaso, no es eso lo que hace una esposa?

―Hoy es mi cumpleaños. ¿Eso no lo recuerda un esposo?

― ¿Y qué?

― ¿Y qué? ¿Quieres que pase mi cumpleaños metida en la cocina? ¿Tienes algo de conciencia?

Ella lo fulmino con la mirada, sus dientes blancos mordieron su labio, como si considerara si debía darle la espalda, y olvidar su solicitud. Pero finalmente, decidió mantener la compostura.

―Olvídalo, no seguiré discutiendo, ya que has estado fuera del país durante tanto tiempo, te prepararé algunos platos de la ciudad. Puedes ir a la habitación de invitados y descansar. Te llamaré cuando esté listo.

Él asintió sin ser cortes con ella, recogió su equipaje y camino hacia la habitación de invitados, después de un rato volvió a salir.

Ella acababa de ponerse el delantal y estaba abriendo el refrigerador para ver qué ingredientes podía usar, no pudo evitar fruncir el ceño cuando lo vio pegado directamente a su lado.

― ¿Qué haces aquí?

Apretó los dientes y frunció los labios con una expresión renuente, luego, estiro su mano y de mala gana le entrego una caja de regalo rectangular con una cinta roja atada en un delicado lazo.

― ¿Que -qué esto? ― ella estaba sorprendida.

―Un regalo para ti, ¿No es tu cumpleaños hoy?

¿Le trajo un regalo? Soy un buen esposo después de todo.

Anastasia se sorprendió muchísimo, lo tomo con dudas y cautela.

― Gracias.

Él la miró ligeramente, levanto la barbilla y se alejó con orgullo.

Ella miró su ancha espalda hasta que desapareció dentro de la habitación, luego volvió en sí y lentamente desenvolvió el regalo.

En las capas de goma espuma hay una caja de música de cristal, es muy delicada y hermosa. Cuando abrió la tapa, una música melodiosa y una bailarina se mueve delicadamente.

Es hecho de cristal biselado.

Mirando la marca impresa en la parte trasera, ella supo que esta caja musical, era una edición limitada, tal vez la trajo de Suiza.

¿La compro especialmente para ella…? ¿Recordó su cumpleaños?

Su corazón se tensó, temblaba levemente con la melodía de la caja.

Hace seis años ella le había dicho que su deseo era coleccionar todo tipo de cajas de música, y que un día, cuando tuviera dinero, le regalara la primera.

¿Aún recuerda el deseo que le pidió en ese momento?

¿O es solo una coincidencia involuntaria pero igual sorprendente?

Confundida, regreso a su dormitorio con la caja de música en la mano. En una esquina, una pared decorada con entre pisos de vidrio, se encuentran esparcidas docenas de cajas de música, grandes y pequeñas y cuidadosamente coloco la que le dio en el lugar más alto.

Mirando la bonita caja, emociones que creyó olvidadas despertaron. Ahora él está aquí, y sabe que es muy peligroso para su corazón. Un mes… solo un mes y podrá dejar definitivamente todo atrás.

Volvió a mirar la transparente caja que destacaba entre las demás, y lentamente se perdió en sus recuerdos…

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