Al mismo tiempo, Matías y su padre también charlaron en la sala de estar.
—¿Qué están haciendo tú y Anastasia? —El padre bebió dos copas de coñac, se sonrojó por el ardor del licor, pregunto en voz alta.
—¿Qué hacemos de qué? — Matías miró hacia la cocina, temeroso de que la fuerte voz de su padre atrajera la atención de las dos mujeres en la cocina.
—¡No finjas ser estúpido! — exclamo el padre — Dime, ¿quieres volver a estar con ella?
—Papá, ¿lo olvidaste? ¡Todavía no hemos comenzado los trámites de divorcio!
—¿Entonces? Lo vas a hacer, ¿vas a conquistarla?
—¿Cuándo dije eso?
—¿No? ¿Entonces, por qué volvieron juntos?
—Volvimos juntos, porque lo ordenaste. ¿No lo recuerdas?
—¿Cuándo diré algo y me escucharás? ¿Quieres que cuente las veces que te has rebelado contra tu padre?
El padre se molestó por la indiferencia de su hijo, y su voz se hizo cada vez más fuerte.
Matías extendió la mano apresuradamente y cubrió la boca de su padre.
—Papá, ¿puedes bajar la voz? Está bien, sé que soy re