Lucas observaba a Yanet mientras mezclaba la masa; su amor por ella crecía con cada momento que pasaba. Sus ojos permanecían fijos en ella durante todo el proceso. Yanet levantó la vista y sus ojos se encontraron.
—¿Me estás mirando a mí o lo que estoy haciendo, señor Harry? —preguntó.
Lucas asintió sin vergüenza. —A ambas cosas.
Yanet puso los ojos en blanco. Cuando terminó y metió el pastel en el horno, se giró para mirarlo; sus ojos seguían sobre ella. Cruzó los brazos.
—¿En serio? ¿No vas a dejar de mirarme? —preguntó.
Lucas dio un paso adelante y tomó su mano.
—¿Quieres que deje de hacerlo? —preguntó, con la voz baja y la mirada fija en ella.
Yanet se mordió el labio inferior. —Uhhh…
—Estás dudando —sonrió él con picardía—. Eso significa que no quieres que deje de mirarte.
Yanet bufó. —Por supuesto que quiero que dejes de hacerlo.
—Entonces, ¿por qué dudaste? —preguntó él, acortando la distancia entre ambos.
Yanet sostuvo su mirada, con el corazón latiendo con fuerza en el pecho.