Yanet dio un paso atrás, apretando con fuerza la mano pequeña de Etán mientras miraba entre los hombres de traje y Dín.
—Están equivocados —dijo, su voz firme a pesar del rápido latir de su corazón—. No soy la heredera de nadie. Mi nombre es Yanet... solo Yanet.
¿Quién demonios eran esas personas? ¿Y qué tenía que ver ella con Blackwood o los Blackwood de los que hablaban?
Dín sonrió suavemente, sus ojos llenos de una paciencia tranquila.
—Entiendo que es mucho que asimilar. Pero llevas el tatuaje de mariposa en el hombro derecho, ¿no es así?
La respiración de Yanet se detuvo en su garganta.
—¿Qué?
—Y la marca de nacimiento —continuó Dín, pero luego vaciló, mirando a Lucas y a Etán, sin saber cuánto decir en público—. Está... justo encima de tu cadera izquierda.
Los labios de Yanet se abrieron con incredulidad.
—¿Cómo sabes eso?
Dín bajó la cabeza respetuosamente.
—Fui la mano derecha de tu padre. Serví bajo su mando durante más de veinte años, hasta la tragedia. He estado buscándote